La nao San Juan, réplica exacta de la embarcación de 1565, ha sido botada este viernes en la bahía de Pasaia, tras once años de trabajo intenso en el astillero Albaola Itsas Kultur Faktoria.
El proceso fue lento y complejo, con un descenso por la rampa que duró media hora y requirió precisión para evitar que el carro se atascara. El casco, que llevaba 50.000 kilos de piedras para simular carga, fue liberado cuidadosamente hasta posarse en el agua, mientras cientos de personas seguían el evento desde distintos puntos de la bahía.
Antes de la botadura, la embarcación fue bendecida en un acto institucional distinto al tradicional. La ceremonia contó con la participación de Caroline Marchand, arqueóloga y esposa de Robert Grenier, responsable de la recuperación del modelo original y del servicio de Arqueología Subacuática de Parks Canada. En lugar de champán, Marchand bautizó la nao rociándola con sidra, bebida histórica de los marineros vascos por sus propiedades hidratantes y protectoras contra enfermedades.
“La sidra no se estropeaba en los largos viajes y ayudaba a proteger a la tripulación gracias a su vitamina C”, explicó Xabier Agote, director de Albaola, quien además decoró la proa con ramas de laurel.
El acto contó con la presencia de autoridades institucionales, entre ellas el lehendakari Imanol Pradales, delegados canadienses y representantes de tribus indígenas que mantuvieron contacto con los vascos en la explotación ballenera de Terranova y Labrador en el siglo XVI.
La nao mide 28 metros de eslora, 7,5 metros de manga y 6 metros de puntal, diseñada para alojar hasta 60 tripulantes. Cinco siglos después, la reproducción volverá por mar a Red Bay, lugar donde el barco original naufragó, en un viaje previsto dentro de dos años.
Este hito supone no solo una reconstrucción técnica, sino un reconocimiento cultural y un puente histórico entre Gipuzkoa y Terranova, simbolizando la conexión transatlántica de los marineros vascos del siglo XVI.


































