Doha se convierte esta semana en el epicentro mundial del desarrollo social con la celebración de la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de la ONU, la primera que se realiza fuera de Occidente, reuniendo a más de 8.000 participantes incluyendo jefes de Estado, funcionarios de Naciones Unidas y representantes de la sociedad civil.
Del 4 al 6 de noviembre, la capital qatarí acoge el evento en el Centro Nacional de Convenciones, con la mirada puesta en erradicar la pobreza, reducir la desigualdad y preparar el futuro del trabajo ante los cambios tecnológicos y climáticos.
El emir de Qatar, Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani, inauguró la cumbre subrayando que el desarrollo social es un “requisito existencial”, no una opción, y resaltó el compromiso de su país con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
El encuentro marca 30 años desde la primera cumbre en Copenhague en 1995, y destaca importantes avances como la reducción a la mitad de la pobreza extrema, caída del trabajo infantil y aumento en la escolarización, según Francesco D’Ovidio, director de la oficina de la OIT en Doha.
Sin embargo, D’Ovidio advirtió sobre las grandes brechas que persisten, especialmente la falta de cobertura universal en protección social, un riesgo para la estabilidad mundial que afecta a cientos de millones en pobreza extrema y vulnerabilidad ante crisis climáticas y tecnológicas.
Igualdad salarial y participación femenina en el mercado laboral
La Comisión Europea plantea aumentar la presencia de mujeres en el trabajo y aplicar medidas vinculantes para la transparencia salarial.
“Estamos buscando formas de estimular la presencia de las mujeres en el mercado laboral”, dijo la vicepresidenta Roxana Minzatu, señalando que la igualdad salarial no solo es un derecho, sino una ventaja económica.
La UE propone su Directiva de Transparencia Salarial para mostrar si hombres y mujeres reciben igual paga por igual trabajo, subrayando que la igualdad de género debe ser parte central del modelo económico.
Más allá de discursos, la cumbre busca evitar que los compromisos queden en papel. Se han programado foros paralelos con sectores privados, sociedad civil y juventudes de regiones tan diversas como Oriente Medio, África, Asia y América Latina, todos con la intención de generar seguimiento y resultados concretos.
El mensaje de Doha esta semana vuelve a poner el foco en el liderazgo del Sur Global para impulsar el desarrollo social, rechazando que sea una agenda exclusiva de Occidente y señalando que la justicia social es un pilar central para la gobernanza mundial.
Antes de la inauguración, la bandera de Qatar y la de la ONU ondearon juntas en la sede para simbolizar este nuevo compromiso global con la justicia social.
La cumbre concluira con la Declaración Política de Doha, que se espera sea una hoja de ruta renovada, aunque expertos y activistas insisten en que el verdadero éxito dependerá de que los países traduzcan las palabras en leyes, presupuestos y acciones concretas.
En el centro del debate están la reducción de la pobreza, la generación de empleo decente, la inclusión de jóvenes y mujeres, la resiliencia climática y la transformación digital con sistemas de protección social sólidos.
Quedan pocas dudas: la comunidad internacional se juega en Doha un test clave para demostrar si se puede dar un giro real al desarrollo social global o si la cumbre será un ejercicio más de promesas incumplidas.
































