Los bigotes de los gatos son mucho más que un accesorio físico: funcionan como un sistema táctil extra que usan para entender su entorno. Estos pelos especiales, llamados vibrisas, están conectados a terminaciones nerviosas que transmiten información directa al cerebro del felino.
Gracias a estos sensores, los gatos pueden medir con precisión si un espacio es lo suficientemente amplio para pasar, incluso en total oscuridad. Detectan cambios minúsculos en el aire que pueden alertarles sobre depredadores o situaciones de peligro, algo vital para su supervivencia.
Un gato tiene entre 8 y 12 bigotes móviles a cada lado del morro, además de otros sobre los ojos y detrás de las patas delanteras, todos con funciones táctiles críticas. No solo les sirven para “tocar” el mundo sino que también comunican su estado emocional. Cuando el animal retrae sus bigotes hacia atrás, está alerta o asustado. Si los despliega en abanico es señal de tranquilidad.
Este mecanismo milenario está tan integrado en su biología que cortar los bigotes puede desorientar y dañar al animal.
Por tanto, lo que muchos confunden con un simple rasgo ornamental es en realidad un sofisticado sistema sensorial que asegura la seguridad y la comunicación felina. Conocer la importancia de los bigotes ayuda a entender mejor a estos animales domésticos que, a primera vista, parecen vivir en otra dimensión.
