Un estudio reciente ha revelado que los chimpancés consumen alcohol diario en cantidades similares a dos cervezas humanas, reforzando la teoría de una base evolutiva compartida en la atracción por esta sustancia. Investigadores analizaron el comportamiento de chimpancés en estado salvaje y descubrieron que su consumo habitual de alcohol fermentado no es un accidente ni una excepción, sino una conducta repetitiva.
Los científicos señalan que esta costumbre podría tener raíces muy antiguas, anteriores incluso a la evolución humana, lo que contribuiría a explicar el consumo que ha llegado hasta nosotros. Esta bebida natural fermentada, extraída de frutas, se ingiere de manera constante y regular.
Este hallazgo cambia la percepción habitual de que solo los humanos buscarían activamente alcohol, señalando que la atracción a esta sustancia podría estar en nuestro ADN evolutivo. El estudio abre una nueva ventana para entender cómo nuestros ancestros primates se relacionaban con el medio ambiente y sus recursos.
Las implicaciones de esta investigación son amplias, tanto para la primatología como para la antropología, y podrían ofrecer pistas para estudiar el origen de ciertas conductas humanas vinculadas al alcohol.
Este comportamiento habitual se observa en distintos grupos de chimpancés, quienes parecen seleccionar activamente frutas fermentadas con ligero contenido alcohólico, ingiriéndolo de forma voluntaria y frecuente. La cantidad media estimada equivale a dos cervezas diarias para un ser humano.
Este no es un caso aislado: investigaciones anteriores ya habían hallado indicios de consumo esporádico, pero ahora la constancia y cantidad subrayan un posible patrón evolutivo.
Este hallazgo se suma al creciente interés científico por comprender los vínculos evolutivos que compartimos con otros primates, especialmente en comportamientos complejos como el consumo de sustancias con efecto psicoactivo.
