El presidente francés Emmanuel Macron ha vuelto a nombrar a Sébastien Lecornu como primer ministro, apenas cuatro días después de que este presentara su dimisión abrupta.
La decisión, anunciada el viernes por la noche tras consultas con la mayoría de los partidos políticos en el Palacio del Elíseo, refleja el serio bloqueo político que atraviesa Francia. Macron no ha logrado encontrar un sustituto capaz de garantizar una mayoría estable en la Asamblea Nacional.
Lecornu, uno de los colaboradores más cercanos y fieles del presidente, ha aceptado regresar “por deber” y deberá ahora formar un nuevo gabinete en pocos días. Su primer gran desafío será presentar el presupuesto nacional para 2026 ante un Parlamento profundamente dividido antes del lunes.
Esta vuelta atrás evidencia la debilidad del Gobierno de Macron tras meses de desgaste marcado por tensiones sociales y la presión combinada de la oposición de izquierdas, encabezada por Francia Insumisa (LFI), y la ultraderecha de Marine Le Pen y su Agrupación Nacional (RN).
La oposición ya ha interpretado este nombramiento como una señal del agotamiento político del presidente, que se ve obligado a apoyarse en su círculo más cercano para evitar un vacío de poder. Durante la ronda de consultas, solo los líderes de LFI y RN decidieron no acudir.
Todo apunta a que la situación política seguirá complicada. El Ejecutivo sigue sin un respaldo claro en la Asamblea y la fractura dentro del país no muestra señales de mejorar. Además, la urgencia para aprobar el presupuesto añade presión inmediata a Lecornu y a todo el Gobierno.
La dimisión sorpresa de Lecornu el pasado lunes, horas después de anunciar su nuevo gabinete, desató un terremoto político y avivó las demandas opositoras para que Macron dimita o convoque elecciones anticipadas. Ahora, el regreso del primer ministro debe servir para sostener la estabilidad, aunque sea de forma precaria.
