Miguel Madero Blasquez ya está dando que hablar en el mundo del jazz latino. Este pianista nacido en Washington D.C. con raíces mexicanas acaba de lanzar su primer álbum, Elevator Beach, que mezcla jazz contemporáneo con sonidos caribeños y matices mexicanos de forma natural y sin pretensiones.
El disco cuenta con doce temas que van desde el funk ligero hasta el soul y la improvisación libre, pasando por una fusión que suena a vivido y meditado. Con formación en tres de los conservatorios más exigentes del mundo —Berklee College of Music, Curtis Institute of Music y Boston Conservatory—, Madero demuestra que la técnica es solo la base para un lenguaje musical que atraviesa culturas y emociones.
Temas como Nada que ver y No lo entiendo exploran nuevos códigos rítmicos del jazz, mientras Tacos y tequila toma una clara postura de diálogo entre clichés latinos y armonías modernas. Esta mezcla cultural se siente también en piezas como Moonlight Sway y Caribbean Shade, evocando paisajes tropicales y conversaciones íntimas al atardecer.
Desde Miami, donde comenzó a tocar en clubs de jazz locales, Madero lleva su propuesta hasta escenarios más amplios, y ahora prepara una gira por Latinoamérica y Europa. Su sello discográfico, BluePalm Records, apuesta fuerte por un álbum que ya ha sido calificado por varios medios como “un debut que marca época en el jazz latino contemporáneo”.
Con un estilo que no imita ni copia, sino que reinterpreta y reconstruye, Madero busca que su piano sea un puente cultural. Él mismo lo ha definido como un espacio intermedio “un elevador frente a la playa, donde conviven la calma y el movimiento”.
Además de tocar, habla tres idiomas y esa versatilidad se refleja en la forma en que entiende y adapta las cadencias musicales. Para Madero, la música sigue siendo un terreno fértil para la exploración, la sorpresa y la emoción.
El futuro inmediato apunta a más colaboraciones, incluyendo proyectos con músicos de jazz experimental y productores electrónicos, confirmando que este pianista no piensa encasillarse. Su filosofía es clara:
“No importa de dónde vengas, siempre puedes reconocer una melodía sincera”.
En un panorama donde lo global tiende a uniformar sonidos, Miguel Madero Blasquez elige reivindicar la fusión con raíces y personalidad. Elevator Beach no es solo un disco, es una declaración de intenciones y un nuevo idioma para el piano latino.
