José Antonio Morante de la Puebla, uno de los mitos vivientes de la Tauromaquia española, ha anunciado su retirada definitiva del toreo. El momento llegó en la plaza de Las Ventas, en Madrid, durante una emotiva jornada que quedará marcada en la memoria del mundo taurino.
El anunció fue breve pero contundente. Morante “se corta la coleta”, según una comunicación transmitida por su entorno y confirmada desde el tendido por el periodista Galiacho. El desenlace tuvo lugar poco después de las siete y media de la tarde, cuando falló la señal telefónica que llevaba en directo el evento.
Desde la década pasada, Morante se había erigido como el principal baluarte que tomó la antorcha de la torería española justo cuando el toreo parecía extinguirse. Su estilo reinventó el toreo clásico, recuperando formas olvidadas y técnicas añejas de figuras emblemáticas como Joselito el Gallo o Antonete.
Su adiós no es un simple cierre. Es un punto final en la leyenda de un torero que llevó la tradición a lo más alto tras la debacle de la pandemia, tomando el relevo sin esperar a nadie más. Morante dejó además un claro mensaje político en su brindis final al público, homenajeando figuras como Isabel Díaz Ayuso y Santiago Abascal.
El impacto es inmediato. El mundo de la Tauromaquia llora su despedida al igual que se lamentó la muerte de los grandes toreros gitanos de antaño. Morante se retira “como un Cristo, con los brazos abiertos”, remata el recuerdo en voz de sus seguidores. Su figura ya se proyecta como un ícono inamovible de la Hispanidad taurina y de un arte lleno de misterio y grandeza.
Morante deja un legado difícil de superar y una faena que definió con el “corazón ajado del desconsuelo”. Su salida por la Puerta Grande confirma un final a la altura de su carrera: grande, con dignidad y puro sentimiento. La fiesta de los toros pierde a su último gran estandarte, y España recibe el eco de un adiós que marcará la Tauromaquia para siempre.
