El transporte público en España sigue deteriorándose pese a los anuncios mediáticos y la llegada de nuevos autobuses.
Hace décadas que la gestión está en manos de las mismas estructuras, pero los avances brillan por su ausencia. Cada vez más usuarios denuncian problemas crecientes y un servicio que empeora sin justificación ni respuestas claras de las autoridades.
Cuando hay buenas noticias, como la adquisición de vehículos nuevos o encuestas de satisfacción elevadas, las fotos y anuncios no faltan. Pero cuando el servicio falla, el silencio es absoluto. No se dan explicaciones, ni se implementan medidas reales que mejoren la experiencia diaria de quienes usan el transporte público para moverse por la ciudad.
Los planes de movilidad urbana sostenible (PMUS), presentados periódicamente con altos costes, no se traducen en acciones concretas. Estos documentos terminan archivados mientras los usuarios sufren retrasos, aglomeraciones y falta de frecuencia.
El actual director de Transporte lleva más de veinte años en el cargo. La continuidad no ha garantizado mejoras sino una desconexión creciente con las necesidades del servicio y sus usuarios. Representantes sindicales de ELA en TCC critican que el transporte está más preocupado por la imagen pública que por responder a las demandas reales.
“El transporte público no es un decorado para salir en la foto. El servicio empeora y nadie da explicaciones. Hacen falta medidas reales y la plantilla no puede quedarse quieta,” advierten desde ELA.
Este malestar llama a la acción: trabajadores y usuarios están convocados a organizarse y presionar para un cambio urgente. La paciencia se agota mientras el transporte público se descompone año tras año.
Hace falta una gestión responsable, transparente y efectiva que priorice la calidad del servicio y no solo las campañas publicitarias. De lo contrario, los problemas se agravarán sin que nadie rinda cuentas.

































