Donald Trump mantiene su frustración por no haber recibido el Premio Nobel de la Paz pese a sus intentos por aliviar tensiones entre Israel y Hamas, y mejorar la situación en la Franja de Gaza. A pesar de ser recibido con elogios por parte del gobierno y pueblo israelí, su esfuerzo no fue suficiente para el comité Nobel, que decidió no premiarlo este año.
Trump resaltó la espera en la ciudad egipcia de Sharm El Sheikh, donde varios jefes de estado se reunieron para felicitarlo tras sus gestiones, aunque muchos otros lo han criticado desde sus primeros pasos en la política. Su actitud busca reconocimiento en un escenario donde su imagen sigue polarizando.
La fragilidad del acuerdo en Gaza es evidente. Tras los pactos, Hamas ha ejecutado a opositores y mantiene su arsenal, negándose a renunciar a la violencia. Trump dijo que aniquilará al grupo si siguen los ataques, aunque tiene claro que eliminar completamente a estas organizaciones terroristas es una tarea histórica y militarmente compleja.
El rechazo del comité Nobel se justifica por esta inestabilidad, pero también plantea un doble rasero: hace 16 años premiaron a Barack Obama apenas llegado a la presidencia, en una decisión criticada a posteriori. Los cuatro presidentes estadounidenses galardonados – Roosevelt, Wilson, Carter y Obama – son todos del Partido Demócrata, lo que alimenta sospechas sobre posibles sesgos políticos en el comité.
Trump, que perteneció al Partido Demócrata antes de su carrera presidencial, podría haber tenido otro trato si siguiera en esas filas, según algunos analistas. Por ahora, ni en Gaza ni en otros escenarios la paz es garantía firme, y el premio que buscaba Trump sigue fuera de su alcance.
