Valencia cumple un año desde la devastadora dana que dejó más de 200 víctimas y miles de damnificados, pero la recuperación avanza con lentitud alarmante. Así lo confirma Emiliano de Tapia, párroco de Buenos Aires, tras visitar la zona hace 15 días y relatar en COPE Salamanca el estado actual de los afectados.
Desde el primer momento, Salamanca no soltó la mano a los municipios afectados con el despliegue de efectivos del Regimiento de Ingenieros número 11, personal de la base aérea de Matacán, bomberos de la Diputación y policías locales voluntarios. Sin embargo, el apoyo oficial en tareas estructurales críticas brilla por su ausencia: la recuperación de casas y pequeños negocios avanza “muy poco”, señaló De Tapia.
La paradoja es que, a pesar de esta lentitud, sí se ha podido apoyar la renovación de vehículos con subvenciones, mientras el desempleo en la zona sigue subiendo. El impacto emocional de la dana está profundamente arraigado entre los vecinos, que aún temen la repetición de la tragedia y sufren graves secuelas psicológicas.
“Psicológicamente, hay mucha gente que no se ha recuperado”, dijo De Tapia, quien recordó que aunque la riada de 1957 también marcó la memoria colectiva, esta última fue “mucho más dura”.
El recuerdo de aquellos días de inundaciones aún provoca miedo palpable. La comunidad que sufrió el azote sigue unida, y ese espíritu es clave para avanzar, según el párroco. Tapia destacó la labor de apoyo de colectivos como ASDECOVA y la CGT, además de varios ayuntamientos salmantinos que han colaborado con la zona afectada.
En un análisis a futuro, De Tapia planteó una opción que él mismo calificó de “utópica”: el traslado de la población a áreas menos expuestas al riesgo, como algunas zonas despobladas rurales. Pero admitió que sacar a la gente de su entorno no es viable a corto plazo, así que la prioridad sigue siendo fortalecer el tejido social local para hacer frente a la crisis.
Un año después, la reconstrucción no es solo obra de ingeniería o dinero, sino de solidaridad y comunidad mientras la provincia de Valencia arrastra las heridas de la peor dana en décadas.


































