Las proteínas son esenciales para el organismo, pero circulan muchos mitos que confunden al consumidor promedio. La dietista Caroline Susie desmiente cinco ideas falsas que afectan desde la cantidad necesaria hasta el tipo de proteínas que debemos consumir.
Primer mito: “Todos necesitamos igual cantidad”. El aporte recomendado oficial es 0,83 gramos de proteína por kilogramo de peso al día. Pero Susie aclara que esta cifra representa un mínimo para evitar carencias. “Para adultos activos, embarazadas o adultos mayores, esta cantidad suele ser insuficiente”. Según la especialista, hay que adaptar la ingesta a la edad, actividad física y circunstancias personales.
Segundo mito: “Todas las proteínas vegetales son iguales”. No es cierto. Por ejemplo, 170 gramos de frijoles negros aportan 15 gramos de proteína, pero también 41 gramos de carbohidratos, por lo que tienen función energética más que proteica. Las almendras aportan grasas más que proteínas. Solo alimentos vegetales como el tofu, tempeh o seitan concentran proteína suficiente.
Tercer mito: “Solo hay que consumir proteínas magras”. Aunque la tendencia recomienda limitar grasas saturadas, Susie recuerda que no todas las grasas animales son iguales. El salmón posee más grasa que el pollo, pero repleta de omega-3 beneficiosos para el corazón. Los huevos y yogures enteros, con su mezcla de grasas y micronutrientes, aportan proteínas de alta calidad y saciedad.
Cuarto mito: “Necesitas polvo de proteína para cubrir tus necesidades”. Los suplementos proteicos son prácticos, pero no deben sustituir alimentos completos, que ofrecen muchos otros nutrientes esenciales. Según Susie, la gran mayoría puede alcanzar sus necesidades sin complementar con polvo de proteína.
Finalmente, quinto mito: “Las dietas ricas en proteínas son las mejores para bajar peso”. Si bien un aumento moderado beneficia el metabolismo y la saciedad, consumir proteína en exceso no asegura pérdida de peso y puede generar superávit calórico. La nutricionista sugiere una dieta distribuida en macronutrientes según cada persona, no un exceso proteico generalizado.
Estos descubrimientos llegan en un momento de popularidad creciente de dietas altas en proteínas y del auge de alimentos vegetales como fuentes principales de proteína. La clave está en individualizar la ingesta y valorar también la calidad y origen del alimento, no solo su cantidad proteica.
En Francia, donde la dieta mediterránea convive con tendencias veganas y de fitness, esta información es esencial para no caer en errores comunes que afectan salud y rendimiento.
Caroline Susie lo resume:
“Hay que personalizar la cantidad y calidad de proteínas según cada persona, ni más ni menos.”
