Alain Briand, alcalde de Échallat, estalló este semana contra dos asociaciones ambientales por lo que calificó como “presión injusta” sobre la gestión municipal de los residuos ilegales. Según Briand, las organizaciones Sentinelles de l’Environnement de Nouvelle-Aquitaine y el sitio Suricate exigen que su equipo retire los vertidos detectados, mientras su comuna ya lucha con recursos limitados para limpiar bosques y caminos públicos.
“Entiendo que las entidades hacen su trabajo señalando basuras,” dijo el alcalde, “pero no necesitamos que nos den lecciones ni que nos estigmaticen en Internet.” Para Briand y su adjunto a la vía pública, Michel Goyon, la difusión pública de sus reportes daña la imagen del pueblo, reconocido como “el más bello del Rouillacais” y bajo el sello de “village fleuri”.
Los vertidos ilegales, cada vez más frecuentes, son un problema creciente en esta zona rural. Pese a ello, el alcalde asegura que su equipo hace “todo lo posible” con los medios disponibles para retirar la basura inmediatamente tras detectarla.
Las asociaciones, que monitorean constantemente el estado ambiental local, habían publicado listas y mapas de puntos donde detectaron residuos abandonados, exigiendo la acción del municipio. Briand lo ve como una presión externa que dificulta el esfuerzo conjunto para mantener el entorno limpio.
Esta tensión deja al descubierto el desafío habitual de las pequeñas comunas francesas: enfrentar la contaminación local con recursos limitados, mientras intentan responder a las demandas crecientes de ciudadanos y activistas ambientales.


































