Algeria y Mali protagonizaron ayer un enfrentamiento público sin precedentes en la 80ª Asamblea General de la ONU en Nueva York. Lo que debía ser una sesión diplomática pasó a convertirse en un cruce de acusaciones y fuertes insultos que evidencian la ruptura total de confianza entre los dos países.
El punto de partida fue el discurso del Primer ministro maliense Abdoulaye Maïga el 26 de septiembre, quien atacó directamente a Argelia, calificándola de «exportadora de terroristas» y utilizando términos duros contra sus dirigentes. La respuesta no tardó en llegar por parte de Ahmed Attaf, ministro argelino de Exteriores, que replicó con calificativos como «soudards» (mercenarios) y acusaciones de injerencia en los asuntos internos de Mali.
Esta agresiva confrontación pública rompe con años de relaciones ya tensas, agravando la inestabilidad en una región donde la cooperación es clave para la lucha contra el terrorismo y el orden regional. Fuentes diplomáticas consultadas destacaron que esta disputa en la tribuna de la ONU es un reflejo de conflictos más amplios sobre apoyos y estrategias en el Sahel.
La Asamblea General de la ONU rara vez ha sido escenario de un intercambio tan virulento entre Estados vecinos, y el episodio ha causado alarma en la comunidad internacional. Mali y Argelia no solo disputan palabras, sino también la influencia política y militar en una zona crítica para Europa y África.
Por ahora no hay señales de un proceso de reconciliación ni diálogo bilateral que pueda frenar esta escalada pública. La tensión puede afectar los esfuerzos conjuntos contra grupos yihadistas que operan en la región, lo que preocupa especialmente a actores externos como la Unión Europea y Francia.
Con este choque frontal, Argelia y Mali cierran momentáneamente cualquier posibilidad de acuerdo diplomático, aumentando la incertidumbre en el Sahel y marcando un nuevo capítulo en las complicadas relaciones entre ambos países.
