Sydney enfrenta una creciente ola de soledad entre sus jóvenes. Casi dos de cada cinco australianos de 18 a 24 años sufren aislamiento social, revela un informe de noviembre de 2024 de Orygen, organización dedicada a la salud mental juvenil. La pandemia agravó esta crisis que lleva años en aumento.
En este contexto, crece el interés por prácticas ancestrales como el Falun Dafa, disciplina meditativa que combina ejercicios suaves con valores de verdad, compasión y tolerancia. El pasado fin de semana, cientos de practicantes se reunieron en Sydney para un desfile y una muestra pública, alertando además sobre la represión que sufren en China.
Amy Duncan, acompañante de personas con discapacidad, contó cómo el Falun Dafa le cambió la vida tras años de búsqueda infructuosa contra su vacío interior. “Probé fiestas, alcohol, distracciones… nada llenaba mi vacío”, confesó durante el evento del 10 de octubre. Descubrir la práctica “me dio paz y sentido”, añadió.
Mark Hutchison, empresario de Perth, también destacó los beneficios físicos y mentales tras tres meses practicando. “Mi enfermedad desapareció. Esta práctica me ayudó a encontrar la mejor versión de mí mismo lejos del materialismo”, dijo a NTD Television, medio cercano al movimiento.
El movimiento, conocido también como Falun Gong, fue público en China en 1992 y ganó rápidamente millones de adeptos. En julio de 1999, el régimen de Jiang Zemin lanzó una brutal campaña para erradicarlo, incluyendo denuncias difundidas internacionalmente sobre torturas y extracción forzada de órganos. La represión sigue vigente, según activistas.
En Sydney, durante el fin de semana, los practicantes formaron en Jubilee Park un gigante “Falun” (rueda de la Ley), simbolizando su credo y resistencia. La comunidad busca denunciar la persecución y promover su práctica, gratuita y abierta a todos.
Entre el público, Liz, habitante local, expresó su apoyo y pidió más acción del gobierno australiano contra las violaciones de derechos humanos cometidas en China. “Deberían hablar claro y decir ‘basta’ a estas atrocidades”, afirmó.
Australia enfrenta un dilema doble: combatir la soledad que afecta a miles de sus jóvenes y tomar una posición firme contra un régimen extranjero que viola libertades fundamentales. Mientras tanto, prácticas como Falun Dafa ganan terreno como refugio personal ante una sociedad cada vez más aislada y conectada tecnológicamente pero emocionalmente distante.
