Bruno Retailleau dejó su cargo como ministro del Interior de Francia tras menos de un año, en medio de una fuerte escalada en las tensas relaciones con Argelia.
Durante su gestión, iniciada en septiembre de 2024, Retailleau se convirtió en un actor clave en la crisis bilateral, acusando a Argelia de intentar “humillar a Francia” tras la expulsión de un influencer argelino la pasada enero en Nantes.
La prensa argelina celebró su partida, pero desde Argel señalan que la reconciliación diplomática sigue lejos. El ministro mantuvo una postura firme, rechazando la presión del presidente argelino Abdelmadjid Tebboune, quien buscaba su dimisión para calmar las tensiones.
En marzo, Retailleau aseguró que no cedería a las demandas de Argelia y calificó la relación bilateral como muy deteriorada. A pesar de su salida esta semana, fuentes oficiales francesas advierten que el camino hacia el diálogo es largo.
Los desafíos que enfrenta Francia con su excolonia incluyen problemas migratorios, económicos y de seguridad. Mientras, la comunidad diplomática mira con atención si el reemplazo de Retailleau retomará un enfoque más conciliador o mantendrá la línea dura.
El movimiento acontece en un momento crucial para París, que busca estabilizar su influencia en el Magreb tras años de incidentes y reproches mutuos. El legado de Retailleau dejará huella en una relación bilateral ya bastante fracturada.
