Cambiar el servidor DNS que traduce los nombres de sitios web en direcciones IP no es solo cuestión de acelerar la conexión o mejorar la seguridad, es un cambio que afecta profundamente quién observa tu actividad en Internet. Aunque el contenido de tus navegaciones esté cifrado vía HTTPS, cada petición DNS revela qué dominios visitas y con qué frecuencia, un dato sensible que hoy gestionan distintos actores según la configuración que elijas.
Tradicionalmente, el DNS está en manos del proveedor de acceso a Internet (FAI), lo que les da un poder enorme para supervisar y, en algunos casos, censurar sitios por requerimiento legal. En Francia, por ejemplo, hemos visto bloqueos políticos como el de TikTok en Nueva Caledonia para controlar protestas. Pero al cambiar el DNS por uno público, dependes ahora de terceros gigantes como Google (8.8.8.8), Cloudflare (1.1.1.1) o Quad9, que prometen mayor velocidad y privacidad, aunque siguen reteniendo registros de actividad bajo sus políticas y jurisdicciones.
Los DNS públicos ayudan a eludir bloqueos básicos basados en nombres de dominio, pero no aquellos hechos mediante dirección IP o técnicas avanzadas. Además, cada uno puede imponer sus propios filtros para bloquear páginas sospechosas, poniendo en cuestión nuevamente quién decide qué contenido es accesible. Protocolos como DoH (DNS over HTTPS) y DoT (DNS over TLS) cifran las peticiones DNS, impidiendo la vigilancia en el camino, pero no la supresión de confianza sobre quien opera el servidor.
La trampa de los VPN y el DNS
Los usuarios buscan en los VPN una solución definitiva. Cifrando todo el tráfico hasta sus servidores, ocultan sus consultas DNS del proveedor de Internet y de intermediarios. Sin embargo, el VPN controla a qué resolutor DNS van las peticiones, repitiendo la pregunta de confianza: ¿a quién le entregas tus datos? Algunos VPN permiten configurar un DNS personalizado para que las peticiones, cifradas entre el dispositivo y el VPN, pasen luego a un servidor de tu elección.
Si se combina un VPN transparente con DNS cifrado y servidores confiables, hoy es la mejor opción técnico-privacidad en el mercado. Clubic recomienda servicios como: CyberGhost (buen balance entre costo, servidores y protocolos como WireGuard), Proton VPN (en Suiza, extra protección legal y tecnológica), ExpressVPN (rápido, seguro, con enfoque post-cuántico) y NordVPN (política de no registros auditada y múltiples protocolos).
En resumen, el control sobre el DNS define quién sabe por dónde navegas y quién puede bloquearte. Aunque HTTPS y VPNs suman capas de defensa, no hay fórmula mágica. Cambiar tu DNS mueve el poder, pero no lo extingue. Entender a quién confías es hoy clave para navegar sin sorpresas.
