El 12 de octubre, Camerún vota en una elección presidencial que podría marcar el rumbo del país por la próxima década. El presidente Paul Biya aspira a un octavo mandato, confiado en asegurar su continuidad tras más de 40 años en el poder.
La campaña entra en su última semana y los candidatos intensifican sus actos electorales. En Douala, el 5 de octubre, Issa Tchiroma Bakary, uno de los aspirantes, reunió a sus seguidores en un mitin donde la oposición busca una victoria histórica. Sin embargo, la oposición se presenta fragmentada, lo que reduce sus chances frente a la maquinaria política del presidente.
Los últimos días han estado marcados por rumores, desinformación y maniobras electorales. La campaña se desarrolló en un clima de alta tensión, con acusaciones cruzadas y especulaciones que ponen en duda la transparencia del proceso.
El entorno político camerunés es complejo: mientras los partidarios de Biya hablan de un triunfo seguro, varios opositores se aferran a la esperanza de un cambio pacífico mediante las urnas. Este escenario hace que la elección no solo determine un mandato más, sino también el futuro del sistema democrático en Camerún.
Aunque la comunidad internacional observa con atención, hasta ahora no se han anunciado planes concretos para observadores extranjeros que garanticen la credibilidad del voto.
Habrá que esperar a la jornada del 12 para conocer si Biya consolida su control o si la oposición logra un vuelco inesperado en las urnas.
