Una nueva investigación británica publicada en Plos Mental Health pone en duda la eficacia prolongada del cannabis terapéutico para tratar el insomnio. El estudio, liderado por la investigadora Arushika Aggarwal, analizó datos médicos del Reino Unido en 124 personas que recibieron productos derivados del Cannabis sativa.
Al inicio del tratamiento, los participantes reportaron mejoras notables en la calidad del sueño y en la disminución de la ansiedad. Sin embargo, esos beneficios desaparecieron tras 18 meses, a pesar de que las dosis de CBD y THC aumentaron progresivamente. Los cuestionarios revelaron que el efecto positivo se redujo hasta igualar la percepción previa al inicio del tratamiento.
Los especialistas vinculan esta pérdida de eficacia al desarrollo de tolerancia por parte del sistema nervioso central, una disminución de la sensibilidad a los compuestos activos del cannabis, especialmente el THC que actúa sobre el receptor CB1R del cerebro. La tolerancia obliga al paciente a consumir dosis más altas para lograr el mismo efecto, lo que incrementa el riesgo de dependencia.
El cannabis contiene dos compuestos principales: el THC, con efectos psicoactivos, y el CBD, que modula la acción del THC e incrementa los niveles de anandamida, un cannabinoide endógeno del cuerpo que regula el sueño, el humor y el dolor. Esta interacción compleja provoca inicialmente una mejora, pero la exposición continua al cannabis produce la reducción de receptores CB1R, disminuyendo la respuesta neuronal.
El biólogo Guillermo López Lluch, de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), explica que este fenómeno es similar al observado con otras drogas como los opioides, que pierden efecto con el tiempo y llevan a la dependencia. El estudio apunta que, a largo plazo, el cannabis no solo deja de mejorar el sueño sino que puede derivar en un círculo de aumento de dosis y tolerancia.
Aunque los autores consideran que el efecto placebo o el tamaño limitado de la muestra (124 participantes) podrían influir, no descartan la tolerancia como principal causa del desgaste del beneficio. Proponen que futuros tratamientos se orienten a potenciar el cannabinoide natural anandamida, lo que podría ofrecer una alternativa más sostenible para problemas de insomnio sin inducir dependencia.
En Francia, donde los debates sobre el uso medicinal del cannabis avanzan, estos resultados son relevantes. Sugieren cautela en la prescripción prolongada de cannabis medicinal para trastornos del sueño y enfatizan la necesidad de investigaciones más profundas sobre los mecanismos neurobiológicos y riesgos asociados.
El estudio concluye que, aunque el cannabis tiene un potencial inicial para aliviar el insomnio, su eficacia decrece de manera significativa con el tiempo, lo que cuestiona su uso a largo plazo y subraya los riesgos de habituación y posible dependencia.
