China confirmó hoy que seguirá comprando petróleo ruso pese a la creciente presión de Estados Unidos y su presidente, Donald Trump. Pekín calificó sus intercambios energéticos con Moscú como “legítimos” y defendió los controles recién aplicados a las exportaciones de tierras raras, recursos vitales para las industrias tecnológica, automotriz y militar.
Trump, en un intento por aislar a Rusia económicamente por su guerra en Ucrania, afirmó haber conseguido del primer ministro indio, Narendra Modi, que India suspenda sus compras de crudo ruso. Añadió que su próximo objetivo es convencer a China para que haga lo mismo. Sin embargo, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino reiteró que las relaciones energéticas con Moscú se mantendrán, una señal clara de desafío en medio del recrudecimiento de tensiones comerciales.
Esta disputa surge en un contexto de tregua comercial frágil entre Pekín y Washington, establecida tras meses de negociaciones en 2025 y vigente hasta el 10 de noviembre. A pesar de un acuerdo parcial en Madrid sobre TikTok, la relación volvió a enfriarse con la imposición china de nuevas restricciones sobre tierras raras, elemento estratégico para tecnologías avanzadas.
En respuesta, Trump amenazó con imponer un arancel adicional del 100% sobre productos chinos desde el 1 de noviembre, aunque hasta ahora no ha entrado en vigor. Desde esta semana, ambos países aplican derechos especiales a los barcos rivales que atracan en sus puertos, un nuevo capítulo en la escalada que periodistas califican de “la guerra comercial renacida”.
En Washington, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, llamó a formar un frente internacional para contrarrestar la política china sobre las tierras raras, calificando la situación como una confrontación “China contra el resto del mundo”.
China mantiene su posición como el principal cliente mundial del crudo ruso, un pilar clave para la economía de Moscú. La continuidad de estas compras tensiona aún más el tablero geopolítico y la frágil tregua económica internacional.
Las próximas semanas serán decisivas. La tregua comercial expira en pocos días y la reunión entre líderes chino y estadounidense, anunciada pero no confirmada, podría definir si la guerra arancelaria se intensifica o se controla. Por ahora, ambos países afilan sus estrategias y mantienen viva la disputa en el sector energético y tecnológico.
