China sorprendió a la comunidad internacional al anunciar que renuncia a reclamar el trato especial para países en desarrollo en los nuevos acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
En su intervención durante la Asamblea General de la ONU el 23 de septiembre, el primer ministro chino Li Qiang declaró que Pekín no solicitará “ningún nuevo tratamiento especial o diferenciado” en las negociaciones actuales ni futuras dentro de la OMC. La medida no afecta los acuerdos ya vigentes.
Este cambio histórico responde a una vieja demanda de Washington, que ha criticado durante años el estatus autoproclamado de China como país en desarrollo, pese a ser la segunda economía mundial. Estados Unidos acusa a Pekín de beneficiarse injustamente de ventajas que le permiten incumplir reglas de mercados abiertos y mantener políticas estatales y subsidios que distorsionan el comercio global.
La directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, respaldó la decisión y la calificó como “el resultado de años de esfuerzo”. En un mensaje en X (antes Twitter) agradeció a China y aseguró que este paso mandará una “señal fuerte para reformar la OMC y establecer reglas más justas.”
Durante una rueda de prensa en Pekín, Han Yong, director general para temas de la OMC en el Ministerio de Comercio chino, aclaró que este abandono del trato especial no implica que China renuncie a su estatus de país en desarrollo dentro del organismo. Por eso, insistió: “El estatus de China como país en desarrollo no cambia durante las negociaciones actuales ni futuras”.
Por su parte, el vice-ministro del Comercio y principal negociador internacional, Li Chenggang, vinculó el movimiento a la defensa del sistema multilateral, criticando veladamente a Estados Unidos por su “guerra comercial y tarifaria” que ha socavado la OMC.
Estados Unidos ha criticado duramente a China desde su ingreso en la OMC en 2001. Durante la presidencia de Donald Trump, Washington denunció el estatus de China y advirtió que tomaría medidas unilaterales si no se avanzaba en reformar las reglas que considera inadecuadas para controlar las prácticas comerciales chinas.
En informes recientes, incluyendo uno de 2018 y otro publicado en enero de este año, la Oficina del Representante Comercial de EE. UU. (USTR) y Katherine Tai han señalado que el modelo económico chino sigue siendo estatal y no se apega a las normas mercantiles acordadas, prolongando las tensiones en el comercio internacional.
Este giro de China llega en un momento crucial para el organismo, que necesita demostrar capacidad de adaptación para mantener su relevancia frente a las crecientes tensiones económicas globales y la presión de potencias como Estados Unidos.
La decisión abre la puerta a una revisión más estricta de las obligaciones comerciales chinas, aunque Pekín mantiene que seguirá defendiendo sus intereses como país en desarrollo en otras áreas.
