Una intervención enardecida de Imane Hamel, co-animadora del grupo antirracismo de LFI, incendió las redes sociales este jueves 16 de octubre en un mitin de Clichy-sous-Bois, Seine-Saint-Denis. La responsable cuestionó la idea de identidad nacional francesa ligada a la “pureza” étnica, asegurando que “los que solo tienen la desgraciada gloria de haber nacido blancos” no son más franceses que quienes tienen orígenes extranjeros.
Hamel denunció la creciente exaltación del “sentimiento nacionalista” y puso en foco a los musulmanes, calificados como “víctimas expiatorias de la desesperación social”. Según ella, la “reescritura de la historia” reduce a los franceses a una “cultura esclerosada” y a una “línea de sangre”, frente a la realidad de una nación “política” y multicultural.
El público insumiso respondió con aplausos, pero la reacción afuera fue: virulenta. Políticos de distintas señales lo calificaron rápidamente de racismo.
Julien Odoul, diputado del RN, atacó con dureza en la plataforma X:
“El racismo con sonrisa. Cuando es podrido, es LFI.”
Jonas Haddad, portavoz de Los Republicanos, sostuvo que el discurso evidencia un regreso «más fuerte que nunca» del racismo gracias a la extrema izquierda. Para Antonin Ferreira Roche, fundador de Instituto Audace, el texto es un “racismo anti-Francés” que debería costar la suspensión de derechos civiles.
En redes sociales, usuarios denunciaron resentimiento contra los blancos y una visión divisoria de la identidad nacional. Crece el debate sobre si se tratan de críticas legítimas o un discurso de odio velado.
La controversia llega en un momento de tensión sobre la identidad y la integración en Francia, donde LFI impulsa una visión antirracista y republicana, pero se enfrenta a críticas sobre su tono y enfoque.
El mitin en Seine-Saint-Denis expuso una discordia profunda: mientras algunos defienden una Francia multicultural y política, otros acusan a la izquierda radical de alimentar divisionismos y resentimientos contra “los de sangre francesa”.
La polémica no cede y pone de nuevo sobre la mesa el difícil debate sobre quién representa el verdadero espíritu francés y los límites entre libertad de expresión y racismo.
