El gobierno del primer ministro Sébastien Lecornu evitó la censura este jueves en la Asamblea Nacional, donde una moción de censura presentada por La France Insoumise (LFI) fue rechazada por 271 votos contra 289 necesarios para derribar el Ejecutivo.
La moción contó con el apoyo de LFI, el Partido Comunista, los ecologistas y la extrema derecha, pero el Partido Socialista (PS) decidió no apoyar la iniciativa, brindando un respiro clave al gobierno de Lecornu. La razón tras esta decisión fue una promesa del primer ministro de suspender la controvertida reforma de las pensiones hasta después de las elecciones presidenciales.
Este acuerdo tácito con el PS fue decisivo para que la moción no alcanzara la mayoría absoluta requerida. El resultado marca un gesto político significativo, ya que refleja tensiones internas en la izquierda y la izquierda radical, que presionan contra la reforma de pensiones.
Tras el voto, los diputados en la Cámara aún deben pronunciarse sobre una segunda moción de censura impulsada por el Rassemblement National (RN), pero esta tiene pocas probabilidades de prosperar.
La reforma de las pensiones ha sido el principal foco de conflicto político y social desde la llegada de Lecornu al poder, con huelgas y protestas masivas en todo el país. El primer ministro intentó ganar tiempo al suspender temporalmente la medida para evitar una crisis política anticipada rumbo a las elecciones.
El resultado de hoy demuestra que, aunque el gobierno se mantiene firme, su margen de maniobra es estrecho y la estabilidad parlamentaria frágil. El PS se convierte en el árbitro clave en esta legislatura tensa, mientras los grupos radicales y la extrema derecha presionan desde fuera del eje central.
El rechazo por solo 18 votos subraya la división en la Asamblea y el riesgo político que enfrenta Lecornu si la reforma no logra un consenso más amplio.
La sesión de hoy pone en evidencia un parlamento fragmentado, con un gobierno bajo presión, pero con capacidad para resistir por ahora.
