El mercado de libros de segunda mano en Francia está en auge. Hoy, un libro de cada cinco que se vende es usado, y el sector crece un 30% en la última década. Pero ni autores, ni editoriales, ni librerías tradicionales, ni vendedores de segunda mano en Alsacia sacan verdadero provecho.
En Strasbourg, en la histórica librería de ocasión al 9 rue Saint-Gothard, donde Simone y Yves Suss llevan 60 años vendiendo libros clásicos y revistas, la situación es crítica. El local con 180 metros cuadrados está repleto de unos 60 000 volúmenes, organizados “a la antigua”, sin digitalización ni presencia en línea. Sin embargo, el mercado local apenas logra mantenerse “ric rac”, según el matrimonio que roza los 90 años.
“En los años 1970 a 1990 la actividad era intensa y teníamos cuatro empleados” relata Yves Suss. Hoy la demanda se mantiene, pero la venta se ha desplazado y dominado casi por completo por grandes plataformas digitales que pesan fuerte en Francia.
El salto tecnológico beneficia a gigantes del comercio electrónico que captan mayor parte de esta facturación, dejando atrás a libreros locales, mercados de pulgas, Emmaüs o las pequeñas cadenas comerciales de Alsacia. A pesar del crecimiento sostenido del mercado, la retribución para creadores y vendedores tradicionales es marginal.
Así, el auge de los libros usados en Francia se traduce en más ventas para las grandes plataformas, mientras los clásicos escaparates y libreros locales luchan por sobrevivir en un sector que no ha evolucionado con ellos.
