El nombre Marine, una vez popular y sin connotaciones políticas, se ha vuelto un peso para quienes lo llevan en Francia. Desde que Marine Le Pen irrumpió en la política nacional, el nombre carga con una carga simbólica ligada a la extrema derecha.
Marine C., una joven de 26 años de Marsella, confiesa que empezó a odiar su propio nombre apenas Marine Le Pen logró un tercer lugar en la presidencial de 2012. “Tengo ganas de cambiarme el nombre porque no quiero que me identifiquen con esa figura política”, dice. A pesar de la cercanía con su padre, que eligió su nombre, revela que la saturación del apodo “como Marine Le Pen” en bromas y comentarios diarios le pesa.
La batalla por el nombre no termina ahí: la consejera regional Marine Tondelier, ecologista y candidata presidencial, intenta rescatar el nombre con un lema claro: “Una otra Marine es posible”. Busca diferenciarse de la derecha y darle otro aire a “Marine”. Hay más: a lo largo de los años, cientos de mujeres en Francia nacieron con este nombre, que en 1991 fue el preferido según INSEE, con 8.200 nacimientos.
El sociólogo Baptiste Coulmont, especialista en nombres, explica que los nombres pueden subir o caer según figuras públicas. Marine Le Pen no nació así, sino que modificó su nombre original “Marion” cuando Marine estaba de moda. Para él, los nombres políticos, como “Marine” o “Ségolène”, se vuelven una herramienta de diferencia, pero también un estigma.
Esta dinámica también afecta a hombres como Jordan Bardella, líder del RN, cuyo nombre ha perdido popularidad. Coulmont señala que la moda de nombres es un fenómeno independiente a la política, pero la asociación puede reforzar la sensación de rechazo.
Para Marine C., la crisis con su nombre seguirá. “No puedo estar orgullosa de llamarme así mientras las ideas que representa me repelen”, asegura. Mientras tanto, Marine G., de 27 años, ve con esperanza la irrupción de Tondelier. Cree que la ecologista le dará otra reputación al nombre, menos atada al partido de Le Pen.
En suma, la disputa política sobre quién representa mejor “Marine” refleja también una batalla cultural. El nombre que fue común ahora se convierte en un símbolo demasiado cargado, que pesa en la vida personal y pública de quienes lo llevan.
































