Una familia de Cellettes tuvo que abandonar su vivienda el pasado sábado tras detectarse una fuga de monóxido de carbono cerca de la caldera. La alarma obligó a evacuar la casa de inmediato por riesgos de intoxicación.
Según Émilie Dumont, la inquilina, al sonar el detector cerca de la caldera se marcaba una concentración preocupante de 34 ppm. En pocos minutos, los bomberos confirmaron que el nivel subió hasta 45 ppm en el piso superior, con ventanas abiertas, cerca del umbral crítico de 50 ppm.
GRDF cortó el suministro de gas para evitar un accidente y la familia, junto a sus animales, debió buscar refugio fuera de casa. Pasaron cinco noches en un Airbnb que pagaron de su bolsillo. Desde entonces, no cuentan con calefacción ni agua caliente permanente.
Émilie denuncia que la caldera está dañada y lleva años en mal estado pese a ocho intervenciones técnicas en 3 años y medio. Pide a 3F Centre-Val de Loire, el arrendador social, que cambien la caldera pero desde la empresa insisten en que tienen calderas de condensación de más de 10 años con vida útil de hasta 18 años y que no ven razón para sustituirla.
“Es como un coche, a veces hay que cambiar piezas pero llega un momento en que ya no funciona”, dice Émilie sobre la caldera que falla constantemente.
Sébastien Portello, director de patrimonio de 3F CVL, asegura que el inmueble sigue siendo habitable y criticó a la familia por rechazar las soluciones provisionales que ofrecieron, como un calentador eléctrico temporal y un termo instalado solo cinco días después del incidente, a cargo de Engie.
La familia teme por su salud debido a la falta de agua caliente y el frío dentro del hogar, con temperaturas que apenas alcanzan 16°C. Émilie también muestra preocupación por los costos eléctricos adicionales por los radiadores eléctricos y advierte que el seguro o el arrendador no cubrieron el gasto del alquiler temporal.
El gas no podrá reactivarse hasta que una comisión técnica realice las inspecciones a finales de noviembre. Portello asegura que si detectan un problema, la caldera será reemplazada pero Émilie teme que, sin una prueba de la fuga en el momento exacto, el problema pueda quedar sin resolver y repetir el peligro.
Ella concluye angustiada, con miedo a que la fuga vuelva a producirse sin aviso y cause un accidente grave durante la noche.

































