Francia enfrenta una crisis silenciosa en el medio rural: la cantidad de farmacias que cierran allí se ha disparado y pone en jaque la salud de miles de habitantes. En apenas diez años, se perdieron 2.000 farmacias en todo el país, y solo el año pasado cerraron 260. El impacto más grave se siente en los pueblos, donde estas oficinas suelen ser el único acceso sanitario.
Gilles Noël, alcalde de Varzy, un pueblo de 1.000 habitantes, describe el cierre de una farmacia como “una luz que se apaga en el pueblo”. Asegura que muchas personas deben recorrer ahora 30 a 40 kilómetros extra, especialmente en fines de semana o festivos, para conseguir medicamentos.
Según el informe de la Cour des comptes, las farmacias en zonas rurales han visto casi quintuplicar la tasa de cierre entre 2015-2019 y 2019-2021, mientras que en áreas urbanas el aumento fue menor, menos del doble. Esto ha elevado el tiempo medio de desplazamiento para los pacientes en casi un 7% entre 2020 y 2023.
El modelo económico de las farmacias rurales se desmorona por varios factores: bajada de precios en medicamentos reembolsables, déficit crónico de fármacos, inflación en costes fijos y falta de médicos que reduzca la demanda. A esto se sumó la controvertida decisión del gobierno de limitar las remesas comerciales sobre genéricos, cruciales para la marge farmacéutica, aunque esta decisión fue suspendida temporalmente.
Isabelle Dugelet, alcaldesa de La Gresle, confirma que “muchos propietarios que se jubilan no encuentran sucesores.” El cierre implica también la pérdida de la licencia, difícil de recuperar porque exige vivir en un municipio de al menos 2.500 habitantes.
“Necesitamos farmacias de proximidad, porque a menudo son el único lugar al que la gente puede acudir con problemas de salud”, afirma Dugelet.
Bruno Galan, del Consejo Nacional de Farmacéuticos, alerta que en la ciudad la densidad regula cierres, pero en el campo la falta de médicos transforma zonas en “desiertos médicos y pronto en desiertos farmacéuticos”.
El ingreso de grandes grupos privados en farmacias urbanas no afecta el rural. “¿Han visto alguna vez a un gran grupo invertir en la farmacia de un pueblo de 160 habitantes?”, cuestiona Noël.
Jean-Philippe Brégère, de la Federación de Comunidades Sanitarias Territoriales, señala que “desde hace años saltan eslabones del sistema; farmacias únicas de un pueblo que cierran sin posibilidad de reemplazo”. Considera que la política sobre genéricos puede hacer desaparecer un tercio del red.
Además de los medicamentos, los farmacéuticos rurales realizan actos no remunerados esenciales: preparación de pastilleros para residencias, entregas domiciliarias, curas y renovaciones de recetas.
Como paliativo se prueba la creación de “antenas” anexas a farmacias viables en la región para sostener provisionalmente las cerradas y evaluar su rentabilidad.
Francia se enfrenta a un desafío urgente: sin medidas, el acceso sanitario en grandes porciones del campo está en riesgo, con consecuencias inmediatas para la salud pública de comunidades ya vulnerables.
