El Gobierno francés lanzó esta mañana una nueva propuesta para reformar el sistema de pensiones, un tema que ha inflamado las calles de París y otras ciudades en las últimas semanas.
La iniciativa busca elevar la edad legal de jubilación y ajustar las cotizaciones, un movimiento defendido como necesario para garantizar la viabilidad del sistema ante el envejecimiento poblacional. Sin embargo, sindicatos y colectivos sociales han respondido con protestas masivas que han paralizado sectores clave, incluida la transportación pública.
En las calles, miles de manifestantes coreaban consignas contra la reforma mientras la policía mantenía un fuerte despliegue para contener disturbios aislados. Diversos colegios y hospitales habían anunciado paros para hoy, sumando presión al Ejecutivo.
El primer ministro defendió la propuesta en rueda de prensa, insistiendo en que “no queda alternativa” si se quiere evitar un colapso financiero. “La reforma fomentará una jubilación digna para todos, siempre que el sistema sea sostenible”, afirmó.
En el Parlamento, la oposición acusó al Gobierno de imponer medidas “injustas y desproporcionadas” y alertó de una radicalización social creciente si no hay diálogo efectivo.
Esta batalla política y social no muestra signos de aflojar. El calendario legislativo apunta a un debate intenso durante las próximas semanas, mientras sindicatos llaman a nuevas jornadas de movilización nacionales.
Francia vuelve a la encrucijada de una reforma clave para su futuro social y económico, con el país dividido entre la urgencia de modernizar y la defensa de derechos adquiridos.


































