Francia confirmó este viernes su respaldo firme a la prohibición de vender coches nuevos con motor térmico en la Unión Europea a partir de 2035. El presidente Emmanuel Macron reafirmó su compromiso con la electrificación del parque automotor, aunque el gobierno pide “flexibilidades” dependiendo de la evolución tecnológica y el impacto en el empleo europeo.
Sin embargo, esta postura no es unánime ni en Europa ni dentro del sector industrial. Alemania, a través de su canciller Friedrich Merz, hizo un llamado urgente para levantar la prohibición fijada para 2035. Merz justificó la petición ante la crisis que atraviesa la industria automotriz alemana, golpeada por la competencia china en vehículos eléctricos y la incertidumbre tecnológica.
“No puede haber un corte brutal en 2035”, dijo Merz tras reunirse con sindicatos, fabricantes y autoridades. Pide además apoyar el desarrollo de carburantes sintéticos para que los motores térmicos sean “ambientalmente responsables”.
La posición alemana cuenta con respaldo político también en Italia, donde la primera ministra Giorgia Meloni cuestiona la apuesta exclusiva por la tecnología eléctrica. Según Meloni, Europa carece de las materias primas y de una cadena de producción suficiente para garantizar ese cambio sin daños económicos.
“Nos vemos forzados a convertirnos a una tecnología que no controlamos, con una demanda baja y precios inaccesibles para la mayoría”, explicó Meloni. Italia y Alemania firmaron una carta conjunta a la Comisión Europea para que se reconozcan otros vehículos “de bajas emisiones” que no sean exclusivamente eléctricos de batería.
Por otro lado, España respaldó con claridad la meta europea de 2035. Madrid ve en esa fecha una “referencia crucial” para el sector automotor y planea acelerar la electrificación. Además, impulsa medidas para prohibir la publicidad de combustibles fósiles, vehículos a gasolina y diésel, y vuelos cortos.
En el conjunto del continente, la división es patente. Países de Europa del Este como Hungría, Eslovaquia, Bulgaria y República Checa piden flexibilizar las reglas. En contraste, Suecia mantiene presión para cumplir 2035, reforzada por la reciente prohibición de motores térmicos en el centro de Estocolmo. Irlanda llegó a considerar una prohibición adelantada para 2030.
La medida de prohibir la venta de nuevos coches térmicos en 2035 forma parte de las políticas verdes de la UE para reducir emisiones, pero enfrenta choques políticos y económicos que reflejan la resistencia de potentes industrias automotrices y su influencia en diferentes gobiernos.


































