Un gigante de 136 metros y 24 de ancho acaba de ser inaugurado en Nantes, el Neoliner Origin, que será el cargo a vela más grande del mundo. Diseñado durante una década por una startup local, zarpará oficialmente el 16 de octubre desde Saint-Nazaire hacia Baltimore con el objetivo de reducir hasta cinco veces el consumo de fueloil comparado con buques similares.
El transporte marítimo mueve el 90% de las mercancías mundiales y genera un 3% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Sin embargo, hasta ahora, solo cerca de 100 cargueros en el mundo navegan impulsados por el viento. Este número está listo para crecer gracias a innovaciones como el Neoliner y otros modelos.
Entre estos destaca Artemis, un velero-cargo de 81 metros que atraviesa el Atlántico regularmente, transportando cargas como café y vino solo con la fuerza del viento. Su motor se usa únicamente para maniobras en puerto. El capitán Olivier André compara la navegación con un videojuego:
“Ahora no es una rueda de timón antigua, es como manejar un joystick de PlayStation”
Artemis tarda en torno a 16 días en cruzar del Le Havre a Nueva York, similar a un carguero convencional, pero sin las emisiones contaminantes.
Futuro verde para los grandes cargueros
Para aliviar el impacto de los grandes cargueros, que transportan 300 veces más mercancías, ya existen tecnologías como los rotors y las “alas” metálicas aerodinámicas de hasta 40 metros, que permiten ahorrar hasta un 30% en combustible. En el astillero de Saint-Nazaire se fabrica una planta dedicada a estas unidades.
Antoine de Brux, ingeniero, explica la función:
“Estas alas generan sustentación y propulsión gracias a su perfil aerodinámico”
Bastien Bedon, director industrial, detalla que cada navío podrá llevar entre una y ocho alas según necesidades. La Unión Europea financia con subsidios el rápido equipamiento de estos sistemas, preparando al menos cien nuevos barcos para los próximos tres años.
Actualmente, solo uno de cada mil barcos aprovecha el viento para mover mercancías. La revolución en el transporte marítimo ecológico empieza a tomar viento en popa, con Francia al frente.
