GRAND BLANC (Michigan) — Las hijas de Craig Hayden, uno de los cuatro muertos en el tiroteo en una iglesia de Grand Blanc el 28 de septiembre, han publicado una carta perdonando al autor del ataque, Thomas Jacob Sanford, que luego fue abatido por la policía.
En la carta escrita a mano, Lisa Louis relata que mientras sostenía a su padre moribundo vio directamente a Sanford a los ojos. “Vi en su alma y él vio en la mía. Me dejó vivir”, escribió. Añadió haber sentido la profunda confusión y el dolor del tirador en ese instante, y haberle perdonado con el corazón, sin palabras.
La hermana de Lisa, Julie Green, compartió la carta en Facebook y dijo haber rezado por el hombre que mató a su padre. “Le dije que estaba perdonado. Es simple perdonar, aunque pensé que no lo sería”, afirmó.
Sanford, un ex Marine que sirvió en la Operación Iraqi Freedom de 2004 a 2008, irrumpió en la iglesia de los Santos de los Últimos Días en Grand Blanc conduciendo su camioneta, disparó a varios fieles e incendió el edificio. Murieron cuatro personas en total, incluyendo a Craig Hayden de 72 años, John Bond, veterano de la marina y apasionado del golf, y Pat Howard, de 77 años. Diez personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad.
Los oficiales llegaron pocos minutos después, intercambiaron disparos con Sanford y lo abatieron en el lugar. Hasta ahora las autoridades no han revelado el móvil del ataque ni un listado oficial de víctimas, pero varias colectas en GoFundMe superan los 90,000 dólares para ayudar a las familias afectadas.
La familia Hayden se ha expresado públicamente agradecida por el apoyo recibido, señalando que los fondos ayudarán a cubrir gastos a largo plazo para la madre viuda de Craig. La comunidad de Grand Blanc está consternada. El obispo local Jeffrey Schaub dijo en redes que el impacto en los fieles es profundo tanto mental como emocionalmente.
El perdón mostrado por las hijas de Craig Hayden llega apenas una semana después de que la viuda de otro asesinato mediático en EEUU, Erika Kirk, perdonara públicamente al asesino de su esposo en un memorial en Utah.
Este caso refuerza un enfoque inesperado en medio de tragedias con armas de fuego: la capacidad de algunas víctimas directas para ofrecer un mensaje de perdón ante la brutalidad.
