En Taiwán, la generación Z vive con la constante amenaza de una invasión militar china y se prepara para hacerle frente. Los jóvenes taiwaneses de menos de treinta años rechazan con firmeza convertirse en parte de China y defienden una identidad taiwanesa clara y democrática.
En una clase de ciencias políticas en la Universidad Nacional Chengchi (NCCU) en Taipei, estudiantes debaten la polarización política local entre el Partido Demócrata Progresista (PDP), que defiende la independencia, y el Kuomintang (KMT), más abierto a pactos con Pekín. La atmósfera refleja la tensión real del territorio, dividida y a la expectativa.
Desde niños, estos jóvenes arrastran el miedo de un posible conflicto armado. Este verano, la serie de televisión “Zero Day Attack” mostró un escenario muy realista de bloqueo total de la isla por China. Para ellos, esta amenaza es algo más que ficción.
Ping Mou Tsai, 24 años, explica que al encontrarse con pares del continente, la pregunta que siempre sale es cuándo estallará la guerra. Pero la mayoría prefiere que la situación se mantenga estable evitando enfrentamientos directos.
La preocupación principal no viene solo del ejército chino, sino de la propaganda que circula entre adolescentes en redes sociales, especialmente en TikTok. Según una encuesta del grupo taiwanés Doublethink Lab, los usuarios frecuentes de esta plataforma de entre 15 y 18 años muestran una mayor aceptación hacia la idea de anexión china y cuestionan la democracia local.
“TikTok representa un riesgo para nuestra seguridad nacional”, advierte Lee Chih-te, exjefe del Asia Fact Check Lab, y apunta a posibles campañas de desinformación durante un conflicto.
En investigaciones recientes se detectaron mensajes falsos difundidos a través de la app donde se afirma que el ejército taiwanés ya se habría rendido o que banderas chinas aparecen en bases militares locales, información que correspondería a operaciones de espionaje y guerra psicológica.
A pesar de esta presión, la juventud taiwanesa sigue orgullosa de vivir en una democracia. Yun Chi, estudiante de 26 años que se prepara para estudiar energía nuclear en París, describe la identidad taiwanesa como un “vínculo fuerte entre sus ciudadanos” frente a la discriminación diplomática impuesta por China.
Los activistas jóvenes mantienen vivo el legado del Movimiento de los Girasoles de 2014, que rechazó acuerdos con China, y se involucran en grupos que entrenan en primeros auxilios, defensa personal, manejo de armas y combate cercano. Este entrenamiento refleja una voluntad clara: demostrar a Pekín que Taiwán no será fácil de someter.
“Si llega la guerra, lucharé desde dentro para defender mi hogar”, dice Wawerley Ko, otra estudiante joven, que apunta también a la desilusión con la ayuda internacional, citando el ejemplo de Ucrania y Gaza.
Los discursos oficiales del presidente taiwanés Lai Ching Le que llaman a la resistencia son vistos en algunos sectores jóvenes como un factor que puede aumentar la tensión en lugar de calmarla.
En resumen, la juventud taiwanesa está lista para la defensa activa. Aunque esperan evitar el conflicto, saben que deberán valerse por sí mismos si Pekín decide atacar. La línea roja entre estabilidad y guerra en el estrecho de Taiwán nunca ha sido tan visible ni tan volátil.
