El impuesto sobre el tabaco en Francia alcanza un récord: representa ya el 84% del precio del paquete de cigarrillos. Sin embargo, este duro golpe fiscal parece estar haciendo efecto contrario al esperado.
Según un informe reciente del instituto Hexagone, mientras la cantidad de fumadores diarios cayó un 8% entre 2020 y 2024, la recaudación fiscal bajó mucho más rápido, con un desplome del 12%.
La razón principal es el auge del mercado paralelo. Con precios tan altos, un número creciente de consumidores se vuelca hacia la compra de cigarrillos de contrabando o en el extranjero, evitando así el pago de impuestos.
Las cifras oficiales son duras: la aduana francesa calcula que alrededor del 20% del tabaco consumido en territorio nacional evade el gravamen, aunque la Confederación de Comerciantes de Francia advierte que esta cifra podría llegar hasta el 38%.
Este mercado negro no es solo un problema económico sino sanitario: la policía desarticuló un caso masivo en París contra cuatro ciudadanos afganos que vendían 13,000 cartones falsificados de Marlboro con niveles de alquitrán casi el doble del permitido. En apenas cinco meses, facturaron 637,000 euros vendiendo estas falsificaciones de forma ambulante en varios puntos de la capital.
La red criminal importaba el tabaco desde Bélgica, lo almacenaba en las afueras de París y usaba un comercio local como tapadera para distribuir a pie.
El Estado francés, que esperaba aumentar ingresos y reducir el consumo aumentando los impuestos, ve ahora cómo pierde varios miles de millones anuales debido a esta evasión y contrabando. La subida constante de los precios no está deteniendo a los fumadores, solo los está desplazando hacia canales ilegales.
Es un aviso claro para las autoridades: la política fiscal sobre el tabaco podría estar siendo contraproducente, con un efecto nocivo en la recaudación y la salud pública.


































