Las calles de Marruecos vuelven a ser escenario de protestas protagonizadas por la generación Z, que retoman el pulso a la autoridad y resucitan el legado de levantamientos históricos como el movimiento del 20 de febrero o el Hirak del Rif.
Desde hace años, estos movimientos juveniles cuestionan abiertamente al poder establecido, simbolizado por el Makhzen, una estructura de poder que en Marruecos funciona como un “Estado profundo” y cuyas raíces se remontan a la dinastía Idríssida (788-974), según registros históricos.
El reporter Farid Bahri recuerda que los levantamientos marroquíes, civiles y militares, han dejado un marcado legado de resistencia. Estos desafíos al poder no son una novedad reciente: el país cuenta con un historial largo y muchas veces sangriento de rebeliones populares.
Mientras los jóvenes salen a las calles esta semana, sus protestas se inscriben en una cadena histórica de movilizaciones que han marcado la evolución política y social en Marruecos.
La expresión artística también revive estos episodios, como la pintura “Los últimos rebeldes” de Benjamin-Constant, que se exhibe en el Museo de Orsay y simboliza el espíritu de resistencia marroquí.
Las autoridades aún no han emitido un balance oficial, pero el eco de estas movilizaciones alcanza un nivel nacional importante, abriendo interrogantes sobre la estabilidad interna y la respuesta política a estos desafíos juveniles.
Estos movimientos podrían anticipar una etapa crítica en la relación entre las nuevas generaciones marroquíes y las estructuras tradicionales de poder.
































