Tras dos años de caída, la inversión en start-ups africanas vuelve con fuerza en 2025. Después de un récord de 5,2 mil millones de dólares en fondos captados en 2021, el sector sufrió un frenazo que redujo el volumen a 2,9 mil millones en 2023 y a 2,2 mil millones en 2024.
Pero este año la tendencia se revierte. Los flujos de capital vuelven a aumentar, impulsados por nuevos proyectos y un interés renovado en el continente.
El laboratorio privado 54gene, basado en Nigeria, ejemplifica esta ola tecnológica: es el primer centro africano capaz de secuenciar completamente el genoma humano. Su avance ilustra el tipo de innovación que atrae nuevamente a los inversores.
El sector atraviesa un proceso de ajuste. La euforia excesiva del boom inicial dejó atrás a empresas que no lograron consolidarse. Ahora, los fondos buscan proyectos con modelos de negocio sólidos y mayor impacto local.
Esta recuperación es clave para la economía africana, que depende cada vez más de su ecosistema tecnológico para crecer y competir globalmente. El flujo de capital refleja confianza renovada en el potencial sostenible de estas start-ups.
Los analistas alertan que el foco ya no está solo en la cantidad de fondos, sino en su calidad y en la capacidad de fortalecer un ecosistema que ha tenido que pasar por un “examen de realidad”.
El sector espera consolidar esta mejora para dejar atrás la incertidumbre de los últimos años y lograr un crecimiento más estable y significativo en la región.

































