En sólo cinco años, los fabricantes chinos han conquistado casi el 6 % del mercado europeo de automóviles, una cifra récord que supera en rapidez la llegada de los japoneses en los años 70. Este avance fulgurante ha generado alarma y debates en Europa sobre si imponer cuotas o restricciones a marcas como BYD, X-Peng y MG.
En comparación, las marcas japonesas tardaron casi medio siglo para llegar al 11 % en Francia. Ahora, en 2024, los chinos ya alcanzan el 7,4 % del mercado europeo y podrían rozar el 10 % el próximo año, según alertó Carlos Tavares, exdirectivo de Stellantis.
Una fuente directa en Francia confirmó la fuerte presencia de estos modelos híbridos y eléctricos, en muchos casos con precios agresivos y tecnología accesible que está cambiando los hábitos de los consumidores. Sin embargo, la crítica no se limita a cifras. Un reportero que probó una de estas híbridas chinas de alquiler en Córcega detectó problemas serios de calidad, desde interiores poco confortables hasta deficiencias graves en el sistema de frenos, lo que pone en duda la fiabilidad en zonas montañosas.
Por su parte, otras marcas chinas como X-Peng reportan una expansión constante con más de 65 concesionarios en Francia y un catálogo cada vez más competitivo que incluye berlinas y SUV que ya circulan por las calles francesas. BYD también acelera su crecimiento especialmente con modelos eléctricos que están calando en el mercado.
La estrategia china para evitar los aranceles altos de importación se basa en traer principalmente híbridos y termodinámicos con aranceles reducidos, especialmente a través del puerto de Anvers. Esto pone presión sobre la industria europea, que sostiene millones de empleos, incluidos más de 800 000 en Francia. Varios sectores ya están anunciando planes sociales ante esta amenaza competitiva.
La polémica revive el recuerdo de los cuotas impuestas a Japón de los años 80 y 90 para proteger la producción local. Ahora, la pregunta que se abre en Bruselas y París es si hay que adoptar medidas similares frente a esta ola china que viene a precios bajos y volumen alto, y que podría desestabilizar al sector automotriz europeo.
El debate va más allá de cifras o preferencias. El modelo europeo de libre comercio se enfrenta a una prueba dura con la entrada masiva de coches chinos. El objetivo de lograr una flota 100 % eléctrica para 2035 no debe frenar la defensa de una industria clave que emplea a cientos de miles y que podría desaparecer sin protección.
En resumen, la llegada masiva de los coches chinos no sólo es cuestión de estilo o precio, sino un desafío estratégico y económico que puede dibujar el futuro de la automoción en Europa, con impactos directos en empleo y producción local.


































