Las calles de Antananarivo arden en protestas contra Francia tras la confirmación de que el expresidente Andry Rajoelina huyó del país en un avión militar francés entre el 11 y 12 de octubre. La exfiltración, revelada primero por RFI y reconocida oficialmente por su entorno, ha despertado un fuerte resentimiento contra la antigua potencia colonial.
Manifestantes lucen pancartas con consignas contundentes: “Dégage la France” y “Dégage Rajoelina y Macron”, expresando la ira popular y el rechazo a lo que consideran una injerencia inaceptable en su soberanía. Koloina Andrianina Rakotomavonirina, ingeniera de 26 años, resume el sentir de muchos:
“Los franceses nos colonizan aún siendo independientes, es injusto que se metan en estos asuntos”
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Rajoelina fue destituido el martes pasado por la Asamblea Nacional, abriendo paso a un régimen militar. En un comunicado, su entorno justificó la salida con la existencia de amenazas “explícitas y extremadamente graves” contra su vida. Durante un discurso el lunes, el expresidente había dicho haberse refugiado en un “lugar seguro”, sin especificar.
La crisis política agrava una desconfianza histórica hacia Francia, anclada en la colonización y la brutal represión de la insurrección malgache de 1947. Expertos como Christiane Rafidinarivo señalan que para muchos malgaches “Francia es sinónimo de colonialismo”.
La polémica se intensifica por la doble nacionalidad francesa de Rajoelina, revelada en 2023, que alimenta la teoría de que Francia estaría usando a su hombre en Madagascar. Entre los manifestantes, el rechazo es claro: “No queremos un presidente francés para Madagascar”.
Además, han provocado controversia los indultos firmados por Rajoelina poco antes de su caída, concediendo libertad a dos presos ligados a intentos de golpes, Paul Maillot y Philippe François, ambas figuras franco-malgaches relacionadas con sectores militares, aumentando las sospechas de pactos con Francia.
El ex presidente Marc Ravalomanana, rival histórico de Rajoelina, acusó abiertamente a Francia de respaldar su regreso al poder para “colonizar de nuevo el país”. El vínculo con París se remonta a 2011 cuando Rajoelina fue recibido por Nicolas Sarkozy, encuentro mal visto por una parte significativa de la población.
El resentimiento también tiene raíces económicas. Francia mantiene amplia presencia empresarial, especialmente en centros de llamadas con salarios bajos (unos 150 euros mensuales) y contratos públicos polémicos como el teleférico y la autopista de Antananarivo. Estos elementos alimentan el rechazo a lo que se percibe como explotación económica y neocolonialismo.
En medio del caos, sobrevuelan rumores sobre la posible llegada de gendarmes franceses para controlar las manifestaciones, lo que aumenta la tensión popular. Emmanuel Macron, en los últimos días, evitó confirmar la intervención pero manifestó su “gran preocupación” por la situación.
Influencias externas y juego geopolítico
El clima anti-Francia está siendo aprovechado por potencias extranjeras, especialmente Rusia. Campañas de desinformación vinculadas a redes pro-rusas se han detectado en África para socavar la influencia francesa. En Madagascar, narrativas anti-francesas reproducen patrones vistos en Mali y Níger, países donde grupos vinculados al grupo Wagner han intensificado la hostilidad hacia París.
Este episodio llega en un contexto donde la presencia francesa en África enfrenta crecientes desafíos, y Madagascar parece sumarse a una ola regional de rechazo hacia Francia y su legado colonial.
Por ahora, el futuro político del país está en el aire. La destitución de Rajoelina abre un vacío de poder que la cúpula militar pretende llenar, mientras la población expresa sin tapujos su rechazo a la intromisión extranjera y a un presidente con doble nacionalidad portuguesa francesa.
