Antananarivo, Madagascar está en el décimo día consecutivo de protestas que desafían al presidente Andry Rajoelina. Jóvenes de la llamada Gen Z intentaron ingresar al simbólico jardín de Ambohijatovo, conocido como la “Place de la démocratie”, pero fueron dispersados con decenas de gases lacrimógenos y vehículos blindados.
El movimiento, que arrancó el 25 de septiembre por cortes de agua y luz, se radicalizó y ahora exige la salida de Rajoelina. Jóvenes como Diary Tombontsea, de 17 años, denuncian que el presidente prioriza proyectos millonarios como la teleférico inaugurado en junio por 152 millones de euros mientras su educación y condiciones básicas empeoran.
“Es el presidente quien nos hace esto, no tenemos profesores y ni siquiera para agua ni electricidad,” afirmó Tombontsea mostrando la desigualdad que alimenta el descontento.
En el centro de la capital, cientos de manifestantes fueron rechazados en el barrio Ambondrona por al menos 50 gendarmes, aumentando la tensión luego del informe de la ONU que habla de 22 muertos y cientos de heridos desde que comenzó el movimiento, cifras negadas por el gobierno de Madagascar.
Mientras, una protesta paralela de apoyo al presidente partió hacia el Coliseum, un anfiteatro inaugurado por Rajoelina en 2012, escenario ahora de un pulso político que recuerda su llegada inicial al poder tras un levantamiento popular en 2009.
Rajoelina denunció una supuesta campaña financiada desde el exterior para sacarlo del poder, justo cuando la huelga del sindicato de aduanas amenaza con paralizar las importaciones y agudizar la crisis económica.
El Consejo Cristiano de Iglesias de Madagascar (FFKM), liderado por el arzobispo Jean de Dieu Raoelison, se ofrece como mediador para un país donde el 85% profesa el cristianismo y donde la conflictividad crece rápidamente.
Protestas se extienden fuera de la capital
La crisis alcanzó al norte en la ciudad de Antsiranana, donde miles de jóvenes, en su mayoría estudiantes, salieron a las calles con pancartas que exigen justicia para Rivaldo, un joven muerto en el segundo día de protestas. Estas movilizaciones reflejan un descontento social que va mucho más allá de simples cortes de servicios.
Tras el despido del gobierno hace cinco días, aún no hay un nuevo Primer Ministro nombrado y el plazo para un acuerdo político se acorta. La Gen Z y sus organizaciones advirtieron que no aceptarán negociaciones sin ellos y mantienen la consigna clara: “Rajoelina, dégage” (“Rajoelina, fuera”).
Esta crisis política y social mantiene a Madagascar en un clima de alta tensión y un futuro incierto, mientras el poder y la juventud se enfrentan en una capital paralizada por la protesta.
