Manon Léonard se coronó campeona del Open femenino 50 de Équeurdreville-Hainneville el domingo 19 de octubre tras un vibrante partido final que se decidió 7-5 en el tercer set.
El torneo, que alcanzó su 17ª edición, contó con un alto nivel de juego y una fuerte presencia de tenistas francesas, que dominaron el cuadro principal. Según Pierrick Dorange, director del evento, «el público está contento de ver tenis femenino de alto nivel», con unas 3.500 personas asistiendo a lo largo de la semana y una final con entradas agotadas (500 espectadores).
La final fue un duelo intenso entre Léonard y Tiphanie Lemaître, quien apenas un día antes había disputado un agotador partido de 2 horas y media. «Manon tiene un juego atypique y una hargne supra media,» destacó Dorange, resaltando la rapidez mental y la determinación de la ganadora, que ya figura en el Top 200 mundial.
Además de las estrellas clave, emergieron jóvenes promesas como la rusa Alexandra Shubladze, favorita para futuros éxitos pese a abandonar lesionada en semifinales, y la francesa Ophélie Boullay, de solo 17 años y estilo poco común con su revés a una mano.
La organización también celebró la implicación del público infantil y las actividades paralelas, incluyendo tenis en silla de ruedas y jornadas de escuelas de tenis, que atrajeron a más de 80 niños. Dorange se mostró satisfecho con la estabilidad actual del evento, que se mantiene como torneo W50 ITF para evitar riesgos financieros.
Este año se implementará una novedad: la hospitalidad será obligatoria para las jugadoras, que serán alojadas en un mismo lugar, costeado inicialmente por la ITF para evitar presión económica local. El tiempo que dure esta compensación aún no está claro.
Entre las locales, Alice Robbe, eliminada en primera ronda, busca recuperar terreno en el torneo W75 de Poitiers, donde ya consiguió pasar a la fase principal y se enfrentará a su reciente compañera de dobles Amandine Hesse. Romane Morel, otra competidora local, destacó por su actitud y promete volver para seguir evolucionando.
El Open femenino 50 de Équeurdreville-Hainneville cierra así una edición marcada por la competencia férrea, el apoyo masivo del público y el buen futuro de las jóvenes promesas del tenis francés y europeo.
