El Escadron Départemental de Contrôle des Flux (EDCF) en Lot-et-Garonne ha registrado más de 100 infracciones graves en controles de tráfico esta semana. La acción policial estuvo especialmente concentrada en el norte del departamento, en el sector del Villeneuvois.
El 15 de octubre, un motard de 72 años fue detenido en la RD656, a la altura de Laplume, conduciendo a 147 km/h en una zona limitada a 80 km/h. La moto fue incautada y llevada a la fourrière. Esta carretera fue escenario tres semanas antes de un accidente fatal que costó la vida a un joven de 24 años.
En total, en una sola jornada se registraron 108 infracciones “graves y generadoras de accidentes”, según el capitán Frédéric Remy, al mando del EDCF. La mayor parte correspondieron al uso del teléfono móvil al volante (62 casos), seguidos por 13 conductores sin cinturón de seguridad y varios detenidos por conducir bajo influencia de drogas o alcohol, además de otros que cruzaron líneas continuas prohibidas.
También se multó a usuarios de ciclomotores y scooters eléctricos que circulaban ilegalmente por aceras y en condiciones prohibidas.
En la noche del 18 de octubre, la brigada motorizada de Villeneuve-sur-Lot detuvo a un conductor de 23 años después que éste se negara a detenerse. El hombre, residente en Monbahus y de nacionalidad británica, fue descubierto conduciendo bajo efectos de alcohol y cocaína. Llevaba una pequeña cantidad de droga oculta en su furgón, que fue confiscado junto al vehículo. Fue puesto en garde à vue.
En el mismo período, en Marmande, otro conductor circulaba bajo efecto de estupefacientes pese a tener el permiso suspendido. Fue arrestado y se esperan los resultados de análisis para confirmar los estupefacientes encontrados en un primer test.
El EDCF, formado por 18 militares distribuidos en cuatro unidades, entre ellas pelotones motorizados en Marmande y Villeneuve-sur-Lot y un pelotón de autopista con un total de 57 gendarmes, mantiene una política firme para mejorar la seguridad vial y reducir la accidentabilidad. El capitán Remy fue claro:
“Nuestra religión es salvar vidas.”
