México anunció este martes que incluirá en su presupuesto 2026 un paquete de aranceles que afectará cerca de 1500 productos chinos importados, valorados en alrededor de 52 mil millones de dólares. La medida alinea en gran parte a México con Estados Unidos y la Unión Europea, que ya aplican o planean aranceles similares a China.
Según el secretario de Economía mexicano, Marcelo Ebrard, las nuevas tarifas buscan proteger la industria nacional y evitar que productos chinos entren al mercado estadounidense evitando los aranceles vigentes, aprovechando la cadena comercial que pasa por México.
Entre los productos afectados figuran automóviles y autopartes, acero, textiles, juguetes, electrodomésticos y calzado. El mercado automotriz es particularmente sensible: los vehículos chinos representan un quinto de las ventas de autos nuevos en México, un mercado con una importante industria manufacturera que representa un cuarto de la producción estatal.
El ministro de Finanzas, Edgar Amador, reconoció que esta política también responde a presiones de Washington ante el uso de México como puerta de entrada de productos chinos a EE.UU. La propuesta contempla dar cumplimiento a los límites de la Organización Mundial del Comercio para evitar conflictos legales internacionales.
Desde Pekín, el gobierno chino condenó la iniciativa y advirtió que esta respuesta se ve como una extensión del “chantaje unilateral” de EE.UU., amenazando con represalias que podrían incluir restricciones a inversiones chinas en México o impuestos a importaciones mexicas en China.
El plan está ahora en manos del Congreso mexicano, que parece dispuesto a dar luz verde. Fuentes cercanas anuncian que la administración estadunidense de Trump podría apoyar la medida, aumentando la presión sobre Pekín para revertir o negociar los términos comerciales.
Esta maniobra no solo afecta la relación bilateral México-China, sino que también redefine la estrategia comercial y geopolítica regional, con México tomando un rol activo en el contrapeso global a China.
El próximo año será clave para observar si las represalias chinas impactan en el comercio bilateral y cómo reaccionan otros socios globales ante esta escalada arancelaria.
