Este sábado EE.UU espera una nueva ola masiva de protestas contra el presidente Donald Trump. Según los organizadores, más de 2.600 manifestaciones tendrán lugar en todo el país, con millones de personas previstas en ciudades clave como Nueva York, San Francisco, Chicago y Atlanta.
El movimiento No Kings, coalición que agrupa a unas 300 organizaciones, convoca esta jornada para denunciar lo que llaman abusos de poder por parte de la administración Trump y defender la democracia estadounidense. Esta movilización nacional sigue a una similar que reunió a varios millones en junio.
“Más de dos millones saldrán a las calles para decir que somos un país donde las leyes se aplican a todos y que respetamos el Estado de derecho”, afirmó Deirdre Schifeling, de la organización ACLU, que defiende derechos civiles y libertades.
Durante semanas, el gobierno ha desplegado elementos como la Guardia Nacional en ciudades que se anticipan como focos de protesta. Leah Greenberg, cofundadora del colectivo Indivisible, denunció las tácticas represivas contra migrantes y opositores políticos, calificándolas de métodos “autoritaristas clásicos”: amenazas, mentiras y miedo para someter.
“No nos vamos a dejar intimidar ni silenciar por estas acciones”, reafirmó Greenberg.
Además de las grandes metrópolis, las manifestaciones se preparan en ciudades más pequeñas y también en Canadá, con convocatorias en Toronto, Vancouver y Ottawa. En Washington, Boston y Nueva Orleans, donde Trump ha desplegado o planea desplegar tropas, las protestas se anticipan tensas.
La movilización del sábado implica un pulso directo a la administración de Trump en un contexto de críticas y denuncias sobre su gestión, especialmente en temas como políticas migratorias, uso excesivo de la fuerza y persecución política.
Este es uno de los mayores movimientos antigubernamentales de los últimos meses en EE.UU, con un fuerte llamado a preservar la democracia y frenar lo que los organizadores ven como una deriva autoritaria.
