En Saint-Malo, un grupo de mujeres afectadas por el cáncer se reúne cada semana para hablar sin tapujos de la enfermedad, compartir sus miedos y también para reír juntas. La asociación Sinoo, fundada en 2016 por Virginie Lizion, ofrece un espacio fuera del contexto médico donde las pacientes y personas en remisión pueden apoyarse mutuamente.
Todos los jueves, estas mujeres participan en la llamada «marche papotage» a lo largo de la digue de Rochebonne, una caminata que combina ejercicio físico con charlas espontáneas. «No vengo aquí para lamentarme, vengo para vivir», dice Dominique, recién llegada al grupo, diagnosticada con cáncer de mama y ovarios. La mayoría ha tenido que dejar el trabajo y sufren aislamiento social durante la semana, cuando familiares y amigos no siempre están disponibles.
“Saber que alguien ha pasado por lo mismo y está mejor da valor y fuerza”, comenta Gwénaëlle.
Los tratamientos –quimioterapia, radioterapia, hormonoterapia– tienen efectos secundarios duros que no siempre se explican en consulta. Fatiga mental, dificultad para concentrarse, bajada de vista y problemas dentales son parte de la lucha diaria. Dominique relata haber tenido problemas para entender instrucciones médicas durante un ciclo de quimio por el “brouillard cognitif”.
Pero Sinoo no es solo apoyo emocional. Ofrece actividades manuales, deportivas, sesiones de «socio-estética» y talleres que ayudan a recuperar autoestima y bienestar. Para algunas, como Françoise, que fue diagnosticada en un cribado de cáncer de mama, estas iniciativas son vitales: «Salí de un día de talleres en el castillo de Beaussais completamente plena».
Entre risas y bromas sobre las transformaciones físicas que deja el cáncer, las mujeres reivindican normalidad. Sandrine lo llama «una gran colonia»: “Reímos incluso sobre las pechugas que mostramos a los médicos, estamos tan vistas que casi es un chiste”.
El grupo también participa en eventos como Octobre Rose, con presencia en stands informativos y actividades deportivas como las carreras La Sinueuse y La Malouine, organizadas este domingo 19 de octubre en Paramé. Las inscripciones ya están cerradas.
Valérie, 55 años, describió Sinoo como una segunda familia tras el diagnóstico y años de aislamiento social: «El cáncer me llegó para que conociera Sinoo y cambiara mi vida».
La cotización anual para ser parte de Sinoo es de solo 25 euros e incluye acceso a todas las actividades diseñadas por y para mujeres que enfrentan el cáncer. Según Béatrice Nicklen, secretaria de la asociación, “la marcha ayuda a que sigan moviéndose, es bueno para el cuerpo y la cabeza”.
En resumen, Sinoo en Saint-Malo no solo ayuda a sobrellevar el cáncer, sino que crea redes sólidas de apoyo con una mezcla de lucha, alegría y compañerismo. Este domingo, el foco estará en las carreras que pintan de rosa la ciudad, cerrando octubre con un mensaje de fuerza colectiva.
