El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución que respalda el plan de autonomía de Marruecos para el Sahara occidental, un punto clave en el aniversario número 50 de la Marcha Verde. El 6 de noviembre de 1975, cerca de 350 000 marroquíes entraron pacíficamente en el Sahara en un movimiento que entonces fue considerado un “coup de poker”, según historiadores y analistas.
Mohammed VI declaró el 31 de octubre como nueva fiesta nacional, Aid Al Wahda (Fiesta de la Unidad), en honor a la integridad territorial y la unidad nacional. El apoyo internacional a este plan, incluyendo el respaldo tácito de Washington y París, marca un cambio decisivo en la diplomacia sobre el territorio disputado.
Mientras tanto, en Mali, una crisis sin precedentes paraliza la economía: la escasez de combustible se agrava por una nueva estrategia del grupo yihadista JNIM que ataca regularmente los convoyes petroleros. Bamako depende exclusivamente de camiones cisterna para transporte y almacenamiento, y los bloqueos asimétricos aprovechados por grupos insurgentes dificultan cualquier acción militar efectiva.
El economista maliense Modibo Mao Makalou advierte que la persistencia de esta crisis provocará inflación generalizada, afectando electricidad, transporte y alimentación, además del sector informal que domina más del 90 % de la economía local.
En la frontera este de Senegal con Mali, se intensifica la amenaza yihadista. Desde septiembre, los convoyes de combustible han sido objeto de ataques constantes. Senegal reforzó su presencia con vehículos blindados, nuevas brigadas y patrullas, aunque mantiene bajo perfil respecto a la amenaza real.
En esa región, una de las más pobres de Senegal con 62 % de pobreza y solo 39 % de alfabetización, el partido Pastef lucha por ganar terreno electoral frente a las estructuras clientelistas y un sistema tradicional de castas aún muy arraigado, que condiciona relaciones sociales y políticas.
Desde otro frente, la demanda de petróleo en África seguirá alta hasta 2040 debido al crecimiento demográfico, contrario a la caída mundial prevista por la transición energética. El continente no aprovecha aún su potencial en energías renovables, lo que mantendrá la relevancia del petróleo y el gas en la economía africana.
Finalmente, un fenómeno geológico de enorme impacto avanza lentamente en África oriental: el Rift Este-Africano extiende una fractura continental de 4 000 km que dividirá el continente en dos cuando, en miles de años, se forme un nuevo brazo de mar. Lagos como Victoria o Tanganyika son ya producto de esta dinámica tectónica irreversible.
La geofísica Christel Tiberi asegura que este proceso cambiará radicalmente el mapa de África, aunque sin catástrofes repentinas, sino mediante una lenta transformación que marcará el futuro del continente.


































