Alassane Ouattara ganó cómodamente la reelección en Costa de Marfil el 25 de octubre y ya está en marcha el reloj para su cuarto mandato. Pero la victoria no disimula las tensiones internas dentro de su propio partido, el RHDP, que exige renovación y cambios reales.
Al día siguiente del triunfo, el 28 de octubre, Ouattara recibió al embajador de Italia en su última visita oficial antes de la partida de este diplomático. Mientras tanto, en paralelo, los principales dirigentes del RHDP comenzaron las primeras negociaciones y arbitrajes para preparar las elecciones legislativas previstas para finales de diciembre.
El presidente sabe que está bajo escrutinio. No solo debe mantener la unidad del partido, sino también enviar señales de renovación para calmar a aquellos en su entorno que esperan reformas y un liderazgo más abierto al relevo generacional.
Las legislativas de fin de año serán la primera prueba real para Ouattara y el RHDP tras la reelección. Los resultados determinarán si el presidente puede consolidar su poder y controlar su partido o si las demandas internas lo debilitarán.
Durante la campaña, Ouattara reafirmó su intención de seguir con un proyecto de estabilidad y crecimiento económico. Pero el desafío ahora está en equilibrar ese discurso con las expectativas de cambio que pululan en la base de su coalición.
La atención internacional también está puesta en Abiyán, donde se monitorea si el mandatario y su partido logran mantener la paz y estabilidad política, clave para la región tras años de crisis.
Para Ouattara, los próximos meses no serán tiempo de celebrar. Son una prueba decisiva para su capacidad de liderazgo y para el futuro inmediato de la política en Costa de Marfil.
						
									































