El régimen de Paul Biya sufrió un duro revés el 12 de octubre en el norte de Camerún, donde su principal rival, Issa Tchiroma Bakary, logró un apoyo masivo en las urnas, evidenciando una ruptura definitiva entre el presidente saliente y esta región clave.
En localidades como Yagoua y Garoua, bastiones en la región del Extremo Norte, la tensión era palpable. Durante la noche se reportaron ataques con piedras contra vehículos blindados de la Gendarmería Nacional, que responden al control político y la seguridad estatal. Las agresiones, aunque sin causar daños graves materiales, reflejan el malestar social.
El choque representa un histórico cambio político: por primera vez en mucho tiempo, el norte ha dado la espalda a Biya, rechazando la imagen que mantenía del “fantasma Ahidjo” y optando por un símbolo opositor que encarna la desilusión y el enfado.
Los resultados del escrutinio, aunque aún oficiales por confirmarse en su totalidad, muestran claramente que la base tradicional de apoyo de Biya se erosiona rápidamente. El hecho pone en duda el futuro inmediato de su gobierno y plantea un escenario de incertidumbre política para el país.
Este cambio no solo amenaza al poder central sino que amplifica las tensiones regionales y sociales, donde las protestas y choques con las fuerzas de orden parecen aumentar en intensidad. La relación de Biya con el Septentrión ya no es de estabilidad, sino de confrontación abierta.
El adjunto al redactor jefe, Mathieu Olivier, quien cubrió los hechos el 30 de septiembre en la zona, señala que la violencia nocturna es síntoma claro de un desgaste político profundo. “Es la expresión de un pueblo que no solo protesta con el voto, sino que manifiesta su frustración de forma directa contra las autoridades,” dijo.
Con el país mirando hacia unas elecciones que han marcado un antes y un después, el gobierno de Biya enfrenta ahora el desafío de mantener el orden sin incrementar el descontento en una región que se siente marginada y traicionada.
El ambiente en el norte es de alerta mientras se esperan nuevas manifestaciones y reacciones políticas. La estrategia del poder deberá adaptarse rápido o el caos podría extenderse más allá del Extremo Norte.
