La parálisis política que vive Francia tiene su origen en decisiones que hoy se cuestionan con urgencia, advierte el promotor inmobiliario y académico Alain Penchinat en una tribuna contundente desde Nîmes.
Hace 25 años, Francia instauró el quinquenio presidencial, una reforma que cambió radicalmente el equilibrio de poderes y que, según Penchinat, ha bloqueado las instituciones. El resultado: una impotencia política visible, agravada por la incomprensible disolución reciente de la Asamblea Nacional.
El experto señala que el sistema actual, donde el presidente concentra demasiado poder y el primer ministro queda reducido a un papel secundario, debería revertirse. “El presidente debe presidir, el primer ministro dirigir con control parlamentario,” escribe.
Además, Penchinat critica medidas fiscales emblemáticas del quinquenio de Emmanuel Macron. Especialmente la supresión del Impuesto sobre la Fortuna (ISF), reemplazado por el impuesto sobre la fortuna inmobiliaria (IFI), al que califica de «funesta error».
Esta reforma fiscal, presentada como progresista, genera en realidad grandes desigualdades. Según el análisis, un millón de euros en efectivo en el banco queda exento, mientras que la misma cifra invertida en vivienda sí paga impuestos. Esto, subraya, alimenta la incomprensión social y la injusticia.
“¿Por qué un millón en la banca no se grava y el mismo millón invertido para alojar franceses sí?”
Penchinat llama a la política a recuperar la humildad para hacer «revoluciones a tiempo», es decir, corregir el rumbo antes de que las circunstancias impongan cambios abruptos y descontrolados. La insistencia en mantener posturas inamovibles, sostiene, es signo de orgullo mal dirigido y conduce al desastre.
El caso de Charles de Gaulle y su abrupta revisión sobre Argelia ilustra para el académico la dificultad pero necesidad de dar marcha atrás cuando las realidades cambian.
Hoy la reflexión de Penchinat resuena en un país donde debate la estabilidad institucional, la efectividad del Ejecutivo y la justicia fiscal, con un electorado cada vez más polarizado y exigente.
Mientras tanto, el tiempo apremia y la pregunta queda en el aire: ¿Quién tendrá la valentía política de revertir errores de 25 años y devolver equilibrio a los poderes?
