El golf no es solo un deporte, es una escuela para grandes líderes y empresarios de todo el mundo. Con más de 500 años de historia, este juego que nació en las costas escocesas se ha convertido en un negocio gigante que mueve más de 100 mil millones de dólares solo en Estados Unidos.
Pero detrás de esa aparente sencillez de golpear una pelota y meterla en un hoyo, el golf ofrece lecciones que trascienden el campo de juego y que son una guía para la vida personal y profesional. En un mundo donde todo se consigue al instante y la tecnología domina, el golf exige tiempo, esfuerzo y paciencia.
La etiqueta es la primera regla no escrita que domina este deporte. Aunque cada jugador está enfocado en su propio juego, el respeto y la cortesía hacia los demás son fundamentales. Saber dónde posicionarse, respetar los turnos y cuidar el estado del campo —reparar huellas o no dañar el césped— son gestos que reflejan responsabilidad y madurez social.
Para quienes lideran empresas, estas normas no son opcionales. La manera que un jugador se comporta en el campo dice mucho de su carácter y valores, algo que se traslada a negociaciones y relaciones profesionales, donde la paciencia también juega un rol crucial.
El golf es un deporte de paciencia extrema. Nadie aprende a jugar bien de inmediato. Algunos dedican años o décadas sin alcanzar el recorrido ideal en su marcador. Incluso los mejores del mundo, como Ben Hogan, ganador mítico, recuerdan que “el golpe más importante es el siguiente”. Se trata de dejar atrás los errores y centrarse solo en lo que puedes controlar: el presente.
Esta enseñanza es vital para el mundo empresarial: una capacidad desarrollada para manejar la incertidumbre y resistir la presión sin perder enfoque. Enfrentar retrasos, esperar el momento justo para actuar o recuperar un paso en falso requieren la misma paciencia aprendida en el green.
Finalmente, la honestidad es el pilar máximo del golf. Al ser un deporte en el que no hay árbitro sino que el jugador es juez de sí mismo, la tentación de engañar es constante. Mover la pelota, repetir tiros o falsear el marcador es fácil pero contraproducente. El golpe más difícil es el de ser honesto con uno mismo, una regla que, según expertos y referentes del golf como Harvey Penick, tiene impacto directo en la integridad fuera del campo.
En resumen, estos tres valores fundamentales —etiqueta, paciencia y honestidad— explican por qué tantos altos ejecutivos hacen del golf una práctica regular, no solo para hacer networking sino para cultivar habilidades personales que refuerzan su éxito.
Además, el golf ofrece un escape necesario de las distracciones digitales, permite oxigenarse en espacios naturales y fortalecer vínculos tanto familiares como de negocio. En un momento donde todas las actividades están saturadas por el ritmo frenético, este deporte se presenta como una inversión en salud mental y social.
Así lo resume el profesor Harvey Penick: “El golf ha mantenido más gente sana de mente que los psiquiatras”.
Con torneos como el Turkish Airlines Open 2025 en Turquía y la creciente profesionalización del deporte, el golf sigue siendo la opción predilecta para grandes líderes, confirmando que dominar el campo es también dominar los retos del mundo real.
