Antananarivo vive una jornada tensa este 25 de septiembre de 2025 tras manifestaciones masivas contra los cortes reiterados de agua y electricidad. Miles, principalmente jóvenes de la generación Z, desafiaron la prohibición oficial de reunirse y tomaron las calles del centro de la capital malgache.
Desde temprano, un fuerte despliegue policial bloqueó los accesos al barrio de Ambohijatovo, punto convocado por redes sociales. Los manifestantes intentaron rodear los controles en pequeños grupos, pero la policía y la gendarmería respondieron con gases lacrimógenos y disparos de balas de goma para dispersarlos.
Las protestas, que usan como símbolo el icónico “drapeau pirate” de la serie japonesa One Piece, reflejan la frustración por apagones eléctricos que pueden llegar a 12 horas diarias y la falta de acceso continuo al agua. “Queremos solo nuestros derechos, no disturbios”, decían algunas pancartas, mientras otros gritaban contra la corrupción y la arbitrariedad del gobierno.
La violencia escaló cuando manifestantes atacaron la residencia de la senadora Lalatiana Rakotondrazafy, incendiándola parcialmente. Los bomberos controlaron las llamas bajo ataques de piedras. Más tarde, el domicilio de un diputado también fue saqueado, aumentando la tensión política.
El presidente Andry Rajoelina, reelegido en 2023 en unas elecciones boicoteadas por la oposición y con baja participación, enfrenta así un nuevo estallido social importante. Desde 2009, su mandato ha estado marcado por crisis recurrentes y ahora se ve cuestionado por esta generación que exige servicios básicos.
Un grupo especial de la gendarmería, el GSIS, fue visto moviéndose en vehículos oficiales y lanzando gases lacrimógenos y disparos de goma sobre la multitud. Tres arrestos fueron confirmados a media mañana. “Desde las 10 de la mañana gritamos por derechos, pero nos disparan con balas de goma”, protestó una estudiante de 20 años que pidió anonimato.
La capital malgache permanece en calma tensa después de horas de enfrentamientos. No hubo presencia visible de líderes políticos entre los manifestantes, lo que indica un movimiento espontáneo y concentrado en la juventud. La crisis de servicios básicos y la percepción de corrupción endurecen el malestar social de Madagascar.
