Las radiaciones generadas por pruebas médicas, especialmente los escáneres, están detrás del 10 % de los cánceres de sangre en niños en EE.UU., según un estudio de las universidades de California en San Francisco (UCSF) y Davis.
El análisis muestra que casi 3,000 casos de hemopatías malignas pueden atribuirse a la exposición a radiaciones durante estudios de imagen. La mayoría, el 79,3 %, corresponde a leucemias y linfomas malignos linfocíticos, mientras que un 15,5 % son mieloides y leucemias agudas.
El daño aumenta con la dosis acumulada. El riesgo de cáncer es casi el doble para niños que han tenido uno o dos escáneres cerebrales y se dispara 3,5 veces con múltiples tomografías, procedimientos que emplean dosis altas de radiación. En contraste, las radiografías representan un riesgo mucho menor.
Los investigadores explican que los niños son más vulnerables porque crecen y se desarrollan con una tasa celular acelerada, lo que eleva la sensibilidad a daños por radiación. Además, su esperanza de vida más larga permite que el cáncer tenga tiempo de desarrollarse tras la exposición.
“Los niños son particularmente vulnerables al cáncer inducido por radiación debido a su radiosensibilidad y su esperanza de vida más larga,” afirma la radióloga y epidemióloga Rebecca Smith-Bindman, primera autora del estudio.
Los expertos aconsejan limitar el uso de imágenes con radiación solo a casos donde la información sea esencial para el tratamiento pediátrico. También recomiendan ajustar al mínimo las dosis cuando se emplee tomografía computarizada.
Alternativas como la ecografía y la resonancia magnética, que no usan radiación ionizante, podrían sustituir muchas de estas pruebas sin comprometer el diagnóstico.
Este hallazgo pone de relieve la necesidad de revisar protocolos y considerar el impacto a largo plazo en la salud infantil, equilibrando el valor diagnóstico y el riesgo potencial de inducir cáncer.
