Séché Environnement, uno de los líderes franceses en gestión de residuos peligrosos, se prepara para la llegada de un nuevo mercado: la destrucción y tratamiento de los PFAS, conocidos como “polluants éternels” por su persistencia tóxica en suelos y aguas.
El grupo, con 7.300 empleados y una facturación prevista de 1.18 mil millones de euros en 2025, presentó su enfoque y tecnologías en el salón Pollutec en Lyon, que tendrá lugar del 7 al 10 de octubre. La regulación europea y francesa ya prohíbe desde febrero 2025 el uso de ciertos productos con PFAS, con aplicación desde enero de 2026 en ropa, calzado, impermeabilizantes, y otros sectores, incluidos los espumas antiincendios a base de estas sustancias.
Estos compuestos sintéticos usados por sus propiedades antiadherentes, impermeabilizantes y resistentes al calor generan contaminación difícil de eliminar. Según Pierre-Yves Burlot, director de desarrollo sostenible de Séché, “muchos industriales no se sienten expuestos, pero la contaminación puede llegar oculta, por ejemplo a través del agua en procesos o la cadena de suministro”.
En Francia existen unas 15 plantas incineradoras aptas para destruir PFAS a temperaturas superiores a 1.000 °C, cuatro de ellas operadas por Séché en Estrasburgo, Saint-Vulbas, Salaise-sur-Sanne y Rouen. El grupo espera ampliar su capacidad con la compra del grupo Flamme, pendiente de autorización.
Desde que adquirió en 2022 la actividad de aguas industriales de Veolia, Séché controla el ciclo completo del agua, lo que le permite instalar tratamientos in situ para prevenir contaminación en circuitos cerrados. Con protocolos propios, ayuda a las empresas a detectar PFAS en sus instalaciones, anticipándose a regulaciones más estrictas que todavía están por definirse.
La complejidad del mercado radica en la diversidad de moléculas PFAS (miles) y en la falta de un marco regulatorio claro, que establezca valores límite y obligaciones concretas de tratamiento y trazabilidad. Séché ha trabajado en estudios científicos para aportar datos a las autoridades ambientales y fomentar normativas robustas.
El grupo ha invertido en los últimos cinco años en desarrollar equipos técnicos, comerciales y de I+D para posicionarse en este nuevo nicho, que promete ser un área clave en gestión medioambiental en Francia y la Unión Europea.
“Muchos no ven el problema, pero el PFAS puede llegar oculto en materiales o agua, lo que obliga a un control riguroso” explicó Burlot.
Con la industria y las autoridades en alerta, y tras la prohibición progresiva desde 2026, el manejo seguro y la destrucción eficaz de PFAS se convierten en una prioridad nacional. Séché Environnement apuesta fuerte para ser protagonista en este mercado emergente y complejo.
